/ lunes 5 de octubre de 2020

Desde la Izquierda | Réquiem por la Corte

La transformación puesta en marcha por el presidente ha dado otro giro en la construcción de un nuevo entramado político-administrativo que rediseña, por sí solo, el funcionamiento de las instituciones; lo que costó mucho trabajo acreditar en la independencia de los poderes tuvo un revés institucional como muchas otras acciones en este sexenio, pero ésta representa un retroceso que costará sangre, sudor y lágrimas poderlo restituir.

El equilibrio se perdió, una de las últimas instituciones que hubiera podido mantenerse como contrapeso del ejecutivo sucumbió al hombre, que se dice el más atacado de la historia mientras se flagela, sino el más poderoso de los últimos cincuenta años, quien ejerce un poder descomunal a discreción que hace recordar los años más temidos del autoritarismo post revolucionario.

Que manera de recordarnos el 2 de octubre, la Suprema Corte de Justicia de la Nación nos acaba de arrojar a la cara un panorama muy lamentable de lo que será de aquí en adelante la justicia en México. El sometimiento a los caprichos presidenciales va más allá de un simple deseo, es la anulación de la ley, del Estado de derecho, puesto a disposición para uso irrestricto, sin límites y sin reglas de un solo hombre, el cual sabe aprovechar perversamente su discurso para justificar sus atropellamientos en el uso del poder.

Muchos estamos de acuerdo, en que, quien viole la ley, sea sometido a tribunales, sean presidentes, empresarios o delincuentes, sería asombroso ver tras las rejas a Salinas de Gortari, Calderon o Peña Nieto, que se haga justicia por Acteal, los 43 normalistas, la Casa Blanca o la guerra indiscriminada contra el narcotrafico, pero nunca será justificable brincando la norma, sometiéndola a interpretación de los ciudadanos, sin que sea la misma ley la que se haga valer por sí sola porque para eso fue creada.

Constitucionalismo frente a populismo, eso fue lo que se discutió, y ganó la muchedumbre, las amenazas vertidas por el presidente, el miedo a enfrentar un linchamiento por la mansedumbre morenista, de ser investigados por la UIF o sentir el desprecio del monarca, los ministros ya no sintieron esa arrogancia de sentirse libres, fueron convencidos de la sabiduría del pueblo.

Hoy la Corte pierde su prestigio, es atacada a metralla por quienes entienden de la pérdida, y esta se defiende, manda a sus columnistas alineados, aquellos que funcionan como lo hacía el pasado, a decir que fue una jugada magistral, que fueron unos genios al cambiar la pregunta y así derrotar a López Obrador, lo cierto es que perdió lo más valioso, la confianza.

¿El presidente más atacado de la historia? Me daría miedo si así no lo fuera, si con todo y esto así actúa, imaginemos que haría sin crítica, sin señalamientos, sin prensa libre, sin organismos de la sociedad civil demandantes, sin partidos, sin oposición, en un país al cual se le acaba de cercenar el Estado de derecho.


Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx


La transformación puesta en marcha por el presidente ha dado otro giro en la construcción de un nuevo entramado político-administrativo que rediseña, por sí solo, el funcionamiento de las instituciones; lo que costó mucho trabajo acreditar en la independencia de los poderes tuvo un revés institucional como muchas otras acciones en este sexenio, pero ésta representa un retroceso que costará sangre, sudor y lágrimas poderlo restituir.

El equilibrio se perdió, una de las últimas instituciones que hubiera podido mantenerse como contrapeso del ejecutivo sucumbió al hombre, que se dice el más atacado de la historia mientras se flagela, sino el más poderoso de los últimos cincuenta años, quien ejerce un poder descomunal a discreción que hace recordar los años más temidos del autoritarismo post revolucionario.

Que manera de recordarnos el 2 de octubre, la Suprema Corte de Justicia de la Nación nos acaba de arrojar a la cara un panorama muy lamentable de lo que será de aquí en adelante la justicia en México. El sometimiento a los caprichos presidenciales va más allá de un simple deseo, es la anulación de la ley, del Estado de derecho, puesto a disposición para uso irrestricto, sin límites y sin reglas de un solo hombre, el cual sabe aprovechar perversamente su discurso para justificar sus atropellamientos en el uso del poder.

Muchos estamos de acuerdo, en que, quien viole la ley, sea sometido a tribunales, sean presidentes, empresarios o delincuentes, sería asombroso ver tras las rejas a Salinas de Gortari, Calderon o Peña Nieto, que se haga justicia por Acteal, los 43 normalistas, la Casa Blanca o la guerra indiscriminada contra el narcotrafico, pero nunca será justificable brincando la norma, sometiéndola a interpretación de los ciudadanos, sin que sea la misma ley la que se haga valer por sí sola porque para eso fue creada.

Constitucionalismo frente a populismo, eso fue lo que se discutió, y ganó la muchedumbre, las amenazas vertidas por el presidente, el miedo a enfrentar un linchamiento por la mansedumbre morenista, de ser investigados por la UIF o sentir el desprecio del monarca, los ministros ya no sintieron esa arrogancia de sentirse libres, fueron convencidos de la sabiduría del pueblo.

Hoy la Corte pierde su prestigio, es atacada a metralla por quienes entienden de la pérdida, y esta se defiende, manda a sus columnistas alineados, aquellos que funcionan como lo hacía el pasado, a decir que fue una jugada magistral, que fueron unos genios al cambiar la pregunta y así derrotar a López Obrador, lo cierto es que perdió lo más valioso, la confianza.

¿El presidente más atacado de la historia? Me daría miedo si así no lo fuera, si con todo y esto así actúa, imaginemos que haría sin crítica, sin señalamientos, sin prensa libre, sin organismos de la sociedad civil demandantes, sin partidos, sin oposición, en un país al cual se le acaba de cercenar el Estado de derecho.


Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx


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