/ sábado 23 de marzo de 2024

El cronista sanjuanense | Jesús Nazareno de las Tres Caídas

Hacia el año 1790, en medio de los dos templos principales de la ciudad de San Juan del Río existió una capilla abierta, entre el cementerio que estaba en el atrio, con un amplio frente despejado que daba a la plaza principal, que tenía por objeto que las personas que tenían sus puestos en ella -pues era el parián o mercado- pudieran oír misa.

Se veneraba en esta capilla la imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas, imagen que fue colocada solemnemente en el altar mayor al estreno y bendición del mencionado recinto.

Tanto la construcción de esta capilla, así como la veneración al Jesús Nazareno de las Tres Caídas, se sabe gracias a los datos conseguidos por el historiador y primer cronista sanjuanense Rafael Ayala Echávarri. Según Ayala esta capilla fue mandada construir por Juan Badillo y Ojeda, natural del pueblo de Tetepango (Hidalgo), quien dejó quinientos pesos para ese fin. Éste dinero fue dejado en cláusula testamentaria el año 1785. En 1794, en otro testamento, el señor don José Antonio Pérez en una cláusula expresó “…le comunicó que paraban en su poder doce pesos pertenecientes a la imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas que se venera en la capilla que se halla fabricada en el cementerio de esta iglesia parroquial y mira a la Plaza Mayor, los que mando se entreguen.”

La imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas, se encuentra en el primer altar colateral que está a la derecha entrando por la puerta sur de la parroquia de San Juan Bautista, antiguo templo de naturales. La imagen es maravillosa, es de bulto, articulado, tiene goznes y puede flexionarse perfectamente.

Tanto del Jesús Nazareno como del cuadro con la pintura de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en el Santuario Diocesano, se cuenta la misma leyenda, la cual Ayala transcribió como le aseguraron que era.

Se cuenta que unos carreros llevaban entre su carga la imagen del Jesús Nazareno. Al pasar frente a la iglesia parroquial se detuvieron de improviso. Por más esfuerzos que hizo la persona que llevaba las riendas del carro para proseguir su camino, no logró sacarlo del hundimiento en que había quedado en el lodo de la calle. Esta causa hizo que se descargara el carro en su totalidad, de los bultos que llevaban en consignación hacia tierra adentro. Hecha la descarga, el carro se movilizó con suma facilidad, pero cargado de nueva cuenta notaron que se volvía a poner pesado y que las ruedas se encajaban nuevamente en el lodazal; cosa que los hizo descargar otra vez, pero sucede que en esta segunda ocasión dejaron hacia un lado de la calle, para el final del nuevo embarque, la imagen del Jesús Nazareno que traían. Entonces se dieron cuenta de que ya subidos todos los bultos, el carro se aligeraba en demasía y al subir nuevamente la imagen —que era lo último que faltaba—, notaron con gran sorpresa que el carro volvía a tomar su pesadez anterior; por lo que entendieron los carreros y personas que ayudaban a estas maniobras, que era voluntad del Jesús Nazareno de las Tres Caídas quedarse en el pueblo.

El Cristo de las Tres Caídas es una imagen de Jesús Nazareno llevando la cruz a cuestas. La imagen de San Juan del Río sigue siendo utilizada en el viacrucis que año con año se desarrolla el viernes santo durante la semana mayor. La imagen es tan antiquísima como lo es la tradición del viacrucis en el Centro Histórico de la ciudad. El recorrido parte de la parroquia, va por la antigua calle de la Estación, actual Vicente Guerrero, y sigue por la antigua calle de la Santa Vera Cruz, actual 2 de Abril. Aún se observan antiguas cruces de cantera morena que señalan las estaciones del viacrucis, de allí el antiguo nombre de la calle de Guerrero: Calle de la Estación y de allí continúan por Mariano Jiménez y 2 de Abril. En la casa marcada con el número 15 al oriente de la Plaza Independencia, una cruz de cantera oscura dispuesta en un nicho sobre el muro señala la primera de las estaciones. Casi a mitad de la calle Guerrero, en la acera oriente, hubo un nicho con una Santa Faz, esa que representa el paño con el que Verónica enjugó el rostro de Cristo en la vía dolorosa, esculpida en piedra y policromada, la cual desapareció. La procesión que conmemora la pasión y muerte de Jesucristo finaliza en el Calvario, donde culmina el acto con la crucifixión.

Síganme en Facebook: @CronistaSanJuandelRio

Hacia el año 1790, en medio de los dos templos principales de la ciudad de San Juan del Río existió una capilla abierta, entre el cementerio que estaba en el atrio, con un amplio frente despejado que daba a la plaza principal, que tenía por objeto que las personas que tenían sus puestos en ella -pues era el parián o mercado- pudieran oír misa.

Se veneraba en esta capilla la imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas, imagen que fue colocada solemnemente en el altar mayor al estreno y bendición del mencionado recinto.

Tanto la construcción de esta capilla, así como la veneración al Jesús Nazareno de las Tres Caídas, se sabe gracias a los datos conseguidos por el historiador y primer cronista sanjuanense Rafael Ayala Echávarri. Según Ayala esta capilla fue mandada construir por Juan Badillo y Ojeda, natural del pueblo de Tetepango (Hidalgo), quien dejó quinientos pesos para ese fin. Éste dinero fue dejado en cláusula testamentaria el año 1785. En 1794, en otro testamento, el señor don José Antonio Pérez en una cláusula expresó “…le comunicó que paraban en su poder doce pesos pertenecientes a la imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas que se venera en la capilla que se halla fabricada en el cementerio de esta iglesia parroquial y mira a la Plaza Mayor, los que mando se entreguen.”

La imagen de Jesús Nazareno de las Tres Caídas, se encuentra en el primer altar colateral que está a la derecha entrando por la puerta sur de la parroquia de San Juan Bautista, antiguo templo de naturales. La imagen es maravillosa, es de bulto, articulado, tiene goznes y puede flexionarse perfectamente.

Tanto del Jesús Nazareno como del cuadro con la pintura de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en el Santuario Diocesano, se cuenta la misma leyenda, la cual Ayala transcribió como le aseguraron que era.

Se cuenta que unos carreros llevaban entre su carga la imagen del Jesús Nazareno. Al pasar frente a la iglesia parroquial se detuvieron de improviso. Por más esfuerzos que hizo la persona que llevaba las riendas del carro para proseguir su camino, no logró sacarlo del hundimiento en que había quedado en el lodo de la calle. Esta causa hizo que se descargara el carro en su totalidad, de los bultos que llevaban en consignación hacia tierra adentro. Hecha la descarga, el carro se movilizó con suma facilidad, pero cargado de nueva cuenta notaron que se volvía a poner pesado y que las ruedas se encajaban nuevamente en el lodazal; cosa que los hizo descargar otra vez, pero sucede que en esta segunda ocasión dejaron hacia un lado de la calle, para el final del nuevo embarque, la imagen del Jesús Nazareno que traían. Entonces se dieron cuenta de que ya subidos todos los bultos, el carro se aligeraba en demasía y al subir nuevamente la imagen —que era lo último que faltaba—, notaron con gran sorpresa que el carro volvía a tomar su pesadez anterior; por lo que entendieron los carreros y personas que ayudaban a estas maniobras, que era voluntad del Jesús Nazareno de las Tres Caídas quedarse en el pueblo.

El Cristo de las Tres Caídas es una imagen de Jesús Nazareno llevando la cruz a cuestas. La imagen de San Juan del Río sigue siendo utilizada en el viacrucis que año con año se desarrolla el viernes santo durante la semana mayor. La imagen es tan antiquísima como lo es la tradición del viacrucis en el Centro Histórico de la ciudad. El recorrido parte de la parroquia, va por la antigua calle de la Estación, actual Vicente Guerrero, y sigue por la antigua calle de la Santa Vera Cruz, actual 2 de Abril. Aún se observan antiguas cruces de cantera morena que señalan las estaciones del viacrucis, de allí el antiguo nombre de la calle de Guerrero: Calle de la Estación y de allí continúan por Mariano Jiménez y 2 de Abril. En la casa marcada con el número 15 al oriente de la Plaza Independencia, una cruz de cantera oscura dispuesta en un nicho sobre el muro señala la primera de las estaciones. Casi a mitad de la calle Guerrero, en la acera oriente, hubo un nicho con una Santa Faz, esa que representa el paño con el que Verónica enjugó el rostro de Cristo en la vía dolorosa, esculpida en piedra y policromada, la cual desapareció. La procesión que conmemora la pasión y muerte de Jesucristo finaliza en el Calvario, donde culmina el acto con la crucifixión.

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