/ sábado 18 de mayo de 2024

Lo que no nos define | Leyes para un futuro incierto


El Consejo de Europa ha dado un paso significativo en la regulación de la inteligencia artificial (IA) al adoptar el primer tratado internacional jurídicamente vinculante sobre este tema; ya que en una era donde la tecnología está redefiniendo todos los aspectos de nuestras vidas, esta acción marca un hito importante en la protección de los derechos humanos, el estado de derecho y las normas democráticas en el uso de sistemas de IA.

El Convenio es más que un conjunto de normas, se trata de una respuesta visionaria a los desafíos que presenta la IA en un momento en que la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad para regularla. Sin embargo, este tratado ofrece un marco integral que cubre todo el ciclo de vida de los sistemas de IA, desde su diseño hasta su desmantelamiento.

Este acontecimiento no es sino el resultado de dos años de arduo trabajo del Comité de Inteligencia Artificial; que hasta el momento, ha reunido a los 46 estados miembros del Consejo de Europa, la Unión Europea y 11 estados no miembros –entre ellos, México– así como representantes del sector privado, la sociedad civil y la academia.

La convención adopta un enfoque basado en el riesgo, lo que significa que cualquier posible consecuencia negativa del uso de la IA debe ser cuidadosamente evaluada y mitigada. Esta óptica no sólo permitirá una gestión más eficaz, sino que también fomenta una innovación responsable, subrayando la importancia de un estándar legal internacional que promueva valores compartidos globalmente.

Cabe mencionar que uno de los pilares del tratado es la transparencia en el uso de sistemas de IA. Los estados estarán obligados a establecer mecanismos de supervisión y control independientes para asegurar la implementación efectiva del tratado. Además, en un acto de equilibrio necesario, el tratado excluye su aplicación en defensa nacional, salvo en casos donde los sistemas de IA interfieran con los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho.

No obstante, es importante destacar que este tratado no busca limitar la innovación, sino más bien fomentar un desarrollo tecnológico responsable, reconociendo el potencial transformador de la IA en áreas como la salud, la educación y la economía, al tiempo que enfatiza la necesidad de establecer criterios éticos y legales.

La firma de este tratado en septiembre marcará un paso significativo hacia un futuro donde la IA sea una aliada en el progreso humano. Se tratará de un recordatorio de que, en el mundo digital, la ética y los derechos humanos deben ser prioridades innegociables.

Por lo que en un contexto donde la Unión Europea también ha adoptado medidas pioneras en la regulación de la IA, vemos un impulso global hacia nuevas tecnologías que beneficien a toda la sociedad de manera justa y equitativa. Este tratado no sólo sentará las bases legales para un uso responsable de las mismas, sino que también enviará un mensaje claro sobre la importancia de la colaboración internacional frente a un futuro aparentemente incierto.

¿O será la ley lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario



El Consejo de Europa ha dado un paso significativo en la regulación de la inteligencia artificial (IA) al adoptar el primer tratado internacional jurídicamente vinculante sobre este tema; ya que en una era donde la tecnología está redefiniendo todos los aspectos de nuestras vidas, esta acción marca un hito importante en la protección de los derechos humanos, el estado de derecho y las normas democráticas en el uso de sistemas de IA.

El Convenio es más que un conjunto de normas, se trata de una respuesta visionaria a los desafíos que presenta la IA en un momento en que la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad para regularla. Sin embargo, este tratado ofrece un marco integral que cubre todo el ciclo de vida de los sistemas de IA, desde su diseño hasta su desmantelamiento.

Este acontecimiento no es sino el resultado de dos años de arduo trabajo del Comité de Inteligencia Artificial; que hasta el momento, ha reunido a los 46 estados miembros del Consejo de Europa, la Unión Europea y 11 estados no miembros –entre ellos, México– así como representantes del sector privado, la sociedad civil y la academia.

La convención adopta un enfoque basado en el riesgo, lo que significa que cualquier posible consecuencia negativa del uso de la IA debe ser cuidadosamente evaluada y mitigada. Esta óptica no sólo permitirá una gestión más eficaz, sino que también fomenta una innovación responsable, subrayando la importancia de un estándar legal internacional que promueva valores compartidos globalmente.

Cabe mencionar que uno de los pilares del tratado es la transparencia en el uso de sistemas de IA. Los estados estarán obligados a establecer mecanismos de supervisión y control independientes para asegurar la implementación efectiva del tratado. Además, en un acto de equilibrio necesario, el tratado excluye su aplicación en defensa nacional, salvo en casos donde los sistemas de IA interfieran con los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho.

No obstante, es importante destacar que este tratado no busca limitar la innovación, sino más bien fomentar un desarrollo tecnológico responsable, reconociendo el potencial transformador de la IA en áreas como la salud, la educación y la economía, al tiempo que enfatiza la necesidad de establecer criterios éticos y legales.

La firma de este tratado en septiembre marcará un paso significativo hacia un futuro donde la IA sea una aliada en el progreso humano. Se tratará de un recordatorio de que, en el mundo digital, la ética y los derechos humanos deben ser prioridades innegociables.

Por lo que en un contexto donde la Unión Europea también ha adoptado medidas pioneras en la regulación de la IA, vemos un impulso global hacia nuevas tecnologías que beneficien a toda la sociedad de manera justa y equitativa. Este tratado no sólo sentará las bases legales para un uso responsable de las mismas, sino que también enviará un mensaje claro sobre la importancia de la colaboración internacional frente a un futuro aparentemente incierto.

¿O será la ley lo que no nos define?


Consultor y profesor universitario