/ jueves 27 de diciembre de 2018

Transnistria o la búsqueda del reconocimiento internacional como Estado

Tiraspol, Transnistria, (Notimex).- A lo largo de la frontera entre Moldavia y Ucrania, más allá del río Dnestr, hay una franja de tierra llamada Transnistria, habitada por poco menos de medio millón de personas y dotada de un gobierno independiente.

Tiene su propia moneda, su propia Constitución, sus propias fuerzas armadas y su propio himno nacional, titulado "Cantemos los elogios de Transnistria". Tiraspol (que literalmente significa "más allá del Dnestr") es su capital.

Tiene tres idiomas oficiales: el ruso, el rumano y el ucraniano. Pero, sobre el papel, Transnistria no está reconocida por ningún estado miembro de las Naciones Unidas. En la práctica, no es considerada un estado.

Transnistria, o República Moldava de Pridniestrov, es oficialmente una región de Moldavia. Pero se separó de su país durante la desintegración de la Unión Soviética, en 1990, cuando la entonces República Soviética de Moldavia declaró la independencia.

El resultado fue una guerra civil y un alto el fuego que "congelaron" el conflicto durante más de 25 años, sin llegar nunca a un verdadero tratado de paz.

A lo largo de los años, Transnistria mantuvo inalterada toda la escenografía de la era comunista: en la bandera hay hoces y martillos; delante de los edificios del gobierno hay estatuas y bustos de Lenin; las calles principales están dedicadas a Karl Marx y a los llamados "filósofos rojos".

Transnistria goza de una independencia de facto, y sus fronteras están patrulladas por unos mil 200 pacificadores rusos.

En septiembre de 2006 el gobierno de Transnistria solicitó a sus habitantes elegir en un referéndum (no considerado válido por el derecho internacional) entre un estado autónomo vinculado a Rusia en el futuro y la anexión a Moldavia, y casi por unanimidad optaron por la primera opción.

Ese mismo año la comunidad internacional intentó resolver la situación con tratados 5+2 (que incluían a Transnistria, Moldavia, Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, además de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en calidad de observadores externos). Las negociaciones se retomaron en 2011.

Los habitantes de Transistria, aunque muestran patriotismo por su pequeño país, están ligados a Moscú. Como consecuencia de los acontecimientos que llevaron a la anexión de Crimea a Rusia en 2014, ese mismo año Transnistria volvió a probar la carta de la anexión a la "madre" Rusia, sin suerte.

El Kremlin no quiso aprovecharlo para no empeorar aún más las relaciones con Occidente, ya afectadas por la crisis ucraniana.

En 2016 se firmaron los llamados "Protocolos de Berlín", que solo consiguieron el reconocimiento por parte de los moldavos de las licenciaturas obtenidas en Transnistria, el registro de los autos que circulan ahí y el desbloqueo de las telecomunicaciones entre los dos países.

En los últimos tiempos Transnistria experimentó una grave recesión económica causada por una reducción de las exportaciones y una bajada del precio del gas natural.

La situación del país se complica por otros elementos, así como por la crónica inestabilidad política típica de muchas realidades postsoviéticas y por su fuerte dependencia de los préstamos rusos.

Hasta la fecha, sin embargo, es Moldavia quien garantiza en las fronteras que las mercancías cumplen con el Acuerdo de Asociación de la UE.

Este acuerdo entre la UE y algunos estados de Europa central y oriental tiene como objetivo preparar al estado para una futura adhesión a la UE en el respeto de los principios de los derechos humanos, la democracia, el estado de derecho y la economía de mercado.

Así, Moldavia puede condicionar cualquier intento por parte de Transnistria de desarrollar sus exportaciones a Occidente.

Las partes en conflicto no parecen querer renunciar a sus posiciones originales: Moldavia pide la reintegración de la región en sus fronteras a cambio de una amplia autonomía, mientras que la república de facto sigue exigiendo la independencia, una especie de integración preferente en la Federación Rusa. Una empresa de difícil realización, ya que Transnistria no limita con Rusia.

En los últimos meses el presidente de Moldavia, Igor Dodon, expresó públicamente cierto optimismo con respecto al tema de Transnistria. Por ahora es más una declaración de intenciones que un objetivo realizable.

Tiraspol, Transnistria, (Notimex).- A lo largo de la frontera entre Moldavia y Ucrania, más allá del río Dnestr, hay una franja de tierra llamada Transnistria, habitada por poco menos de medio millón de personas y dotada de un gobierno independiente.

Tiene su propia moneda, su propia Constitución, sus propias fuerzas armadas y su propio himno nacional, titulado "Cantemos los elogios de Transnistria". Tiraspol (que literalmente significa "más allá del Dnestr") es su capital.

Tiene tres idiomas oficiales: el ruso, el rumano y el ucraniano. Pero, sobre el papel, Transnistria no está reconocida por ningún estado miembro de las Naciones Unidas. En la práctica, no es considerada un estado.

Transnistria, o República Moldava de Pridniestrov, es oficialmente una región de Moldavia. Pero se separó de su país durante la desintegración de la Unión Soviética, en 1990, cuando la entonces República Soviética de Moldavia declaró la independencia.

El resultado fue una guerra civil y un alto el fuego que "congelaron" el conflicto durante más de 25 años, sin llegar nunca a un verdadero tratado de paz.

A lo largo de los años, Transnistria mantuvo inalterada toda la escenografía de la era comunista: en la bandera hay hoces y martillos; delante de los edificios del gobierno hay estatuas y bustos de Lenin; las calles principales están dedicadas a Karl Marx y a los llamados "filósofos rojos".

Transnistria goza de una independencia de facto, y sus fronteras están patrulladas por unos mil 200 pacificadores rusos.

En septiembre de 2006 el gobierno de Transnistria solicitó a sus habitantes elegir en un referéndum (no considerado válido por el derecho internacional) entre un estado autónomo vinculado a Rusia en el futuro y la anexión a Moldavia, y casi por unanimidad optaron por la primera opción.

Ese mismo año la comunidad internacional intentó resolver la situación con tratados 5+2 (que incluían a Transnistria, Moldavia, Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, además de los Estados Unidos y la Unión Europea (UE) en calidad de observadores externos). Las negociaciones se retomaron en 2011.

Los habitantes de Transistria, aunque muestran patriotismo por su pequeño país, están ligados a Moscú. Como consecuencia de los acontecimientos que llevaron a la anexión de Crimea a Rusia en 2014, ese mismo año Transnistria volvió a probar la carta de la anexión a la "madre" Rusia, sin suerte.

El Kremlin no quiso aprovecharlo para no empeorar aún más las relaciones con Occidente, ya afectadas por la crisis ucraniana.

En 2016 se firmaron los llamados "Protocolos de Berlín", que solo consiguieron el reconocimiento por parte de los moldavos de las licenciaturas obtenidas en Transnistria, el registro de los autos que circulan ahí y el desbloqueo de las telecomunicaciones entre los dos países.

En los últimos tiempos Transnistria experimentó una grave recesión económica causada por una reducción de las exportaciones y una bajada del precio del gas natural.

La situación del país se complica por otros elementos, así como por la crónica inestabilidad política típica de muchas realidades postsoviéticas y por su fuerte dependencia de los préstamos rusos.

Hasta la fecha, sin embargo, es Moldavia quien garantiza en las fronteras que las mercancías cumplen con el Acuerdo de Asociación de la UE.

Este acuerdo entre la UE y algunos estados de Europa central y oriental tiene como objetivo preparar al estado para una futura adhesión a la UE en el respeto de los principios de los derechos humanos, la democracia, el estado de derecho y la economía de mercado.

Así, Moldavia puede condicionar cualquier intento por parte de Transnistria de desarrollar sus exportaciones a Occidente.

Las partes en conflicto no parecen querer renunciar a sus posiciones originales: Moldavia pide la reintegración de la región en sus fronteras a cambio de una amplia autonomía, mientras que la república de facto sigue exigiendo la independencia, una especie de integración preferente en la Federación Rusa. Una empresa de difícil realización, ya que Transnistria no limita con Rusia.

En los últimos meses el presidente de Moldavia, Igor Dodon, expresó públicamente cierto optimismo con respecto al tema de Transnistria. Por ahora es más una declaración de intenciones que un objetivo realizable.

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