/ miércoles 10 de abril de 2024

La pista | Tan joven y tan viejo


Hoy son unas líneas diferentes con dedicatoria especial para un amigo que se nos adelantó hace 4 años. Porque Edgar Pliego sigue presente en cada reunión donde nos volcamos de grandes recuerdos sobre la chispa que representaba en nosotros.

Sabemos que cada uno de nosotros, no somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel. Todo lo que dábamos por sentado, puede venirse abajo como un castillo de naipes en menos de un segundo. Sin más. Y con eso he aprendido a entender perfectamente los ciclos de la vida. Pero adicionalmente a veces pensamos estar preparados para cuando estos ciclos se alteran y pase algo lamentable.

A veces es un accidente u otras cosas, que nos obligan a ver cómo se apaga de un día para otro. Y con ello tener que dar un adiós a un amigo es algo para lo que nadie nos prepara.

A Pliego lo evocamos en comidas, en vasos sin fondo después del trabajo, porque nos faltaron muchas anécdotas que compartir, noticias que comentar y problemas que desahogar entre risas, lágrimas y suspiros. En las reuniones nos falta y hoy más que nunca extraño ese desparpajo natural con el cual ponía el ánimo para cantar y ponerle sal y pimienta a esas tardes.

Pliego siempre se mostró como era, auténtico en sus palabras, en sus bromas y hasta en sus canciones, en sus logros, en sus tropiezos y hasta en sus miedos.

Pliego era el más chico de este grupo de amigos con el cual convivimos cotidianamente por la labor profesional y que se ha trasladado a una amistad clara y constante. Cuatro años y me sigue calando hondo el momento en que recibí esa noticia y aún más la ausencia de un gran amigo… Y recordarlo en estas líneas con cariño y una tremenda nostalgia ha sido emocionante. ¡Hasta siempre!


Hoy son unas líneas diferentes con dedicatoria especial para un amigo que se nos adelantó hace 4 años. Porque Edgar Pliego sigue presente en cada reunión donde nos volcamos de grandes recuerdos sobre la chispa que representaba en nosotros.

Sabemos que cada uno de nosotros, no somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel. Todo lo que dábamos por sentado, puede venirse abajo como un castillo de naipes en menos de un segundo. Sin más. Y con eso he aprendido a entender perfectamente los ciclos de la vida. Pero adicionalmente a veces pensamos estar preparados para cuando estos ciclos se alteran y pase algo lamentable.

A veces es un accidente u otras cosas, que nos obligan a ver cómo se apaga de un día para otro. Y con ello tener que dar un adiós a un amigo es algo para lo que nadie nos prepara.

A Pliego lo evocamos en comidas, en vasos sin fondo después del trabajo, porque nos faltaron muchas anécdotas que compartir, noticias que comentar y problemas que desahogar entre risas, lágrimas y suspiros. En las reuniones nos falta y hoy más que nunca extraño ese desparpajo natural con el cual ponía el ánimo para cantar y ponerle sal y pimienta a esas tardes.

Pliego siempre se mostró como era, auténtico en sus palabras, en sus bromas y hasta en sus canciones, en sus logros, en sus tropiezos y hasta en sus miedos.

Pliego era el más chico de este grupo de amigos con el cual convivimos cotidianamente por la labor profesional y que se ha trasladado a una amistad clara y constante. Cuatro años y me sigue calando hondo el momento en que recibí esa noticia y aún más la ausencia de un gran amigo… Y recordarlo en estas líneas con cariño y una tremenda nostalgia ha sido emocionante. ¡Hasta siempre!