/ miércoles 22 de mayo de 2024

La pista | Las mentiras de los debates


El gran post debate del debate presidencial es saber quién mintió más o quién, para decirlo elegantemente, hizo planteamientos fuera de la realidad del país y del entorno político.

Además de que es el momento de hacer el replanteamiento de las formas en que en México se realizan los debates presidenciales, la autoridad electoral tiene que pensar ya, en cómo se harán los debates en el 2030. Este modelo es caduco y fuera de lo que los mexicanos merecemos.

En una campaña, los debates – antes – podían mover la tendencia electoral, pero después de lo que vimos este año, los debates tienen que cambiar, incluso el tercer debate podría ser entre los dos punteros, para evitar lo que estamos viviendo en esta elección, que el candidato de MC salga a distraer al electorado. Escuché atinadamente a un analista el lunes con Azucena Uresti, que decía que si el abanderado naranja se registra en Morena el lunes 3 de junio nadie se va a sorprender.

Y es que poniendo ejemplos incluso internacionales sobre las mentiras. En 2016, Donald Trump se enfrentó en su primer debate con Hillary Clinton. La participación de Trump fue un catálogo de mentiras. El Washington Post concluyó que “Trump repetidamente se apoyó en falsedades que han sido desmentidas a lo largo de la campaña. Clinton estiró la verdad en ocasiones, pero sus declaraciones imprecisas palidecieron en comparación con la lista de las exageraciones y mentiras de Trump”.

Aun así, Trump se impuso en las elecciones de ese año. Pese a la evidencia, los votantes consideraban mucho más mentirosa a la candidata. “But her emails”, era la frase con la que muchos votantes demócratas justificaban, envueltos en una superioridad moral imaginaria, su negativa a apoyar a Clinton, permitiendo el ascenso de Trump al poder.

Trump, desde luego, no es el único político que ha salido victorioso de una elección con el poder de la mentira. En abril de 2018, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador participó en su primer debate presidencial de esa campaña. AMLO se atrincheró en su realidad paralela de afirmaciones falaces y mentirosas, como aquella de que todos sus programas sociales se podrían financiar con “los 500 mil millones de pesos de ahorros por terminar con la corrupción”

Y ahora en este 2024, en unos meses diremos nos mintieron o cumplieron en propuestas o en lo que señalaron en los debates. Sin duda el electorado cada día es más preparado, y los jóvenes aunque parecen alejados de la política con su posible apatía dan señales claras, que las campañas a ellos no les emocionan.



El gran post debate del debate presidencial es saber quién mintió más o quién, para decirlo elegantemente, hizo planteamientos fuera de la realidad del país y del entorno político.

Además de que es el momento de hacer el replanteamiento de las formas en que en México se realizan los debates presidenciales, la autoridad electoral tiene que pensar ya, en cómo se harán los debates en el 2030. Este modelo es caduco y fuera de lo que los mexicanos merecemos.

En una campaña, los debates – antes – podían mover la tendencia electoral, pero después de lo que vimos este año, los debates tienen que cambiar, incluso el tercer debate podría ser entre los dos punteros, para evitar lo que estamos viviendo en esta elección, que el candidato de MC salga a distraer al electorado. Escuché atinadamente a un analista el lunes con Azucena Uresti, que decía que si el abanderado naranja se registra en Morena el lunes 3 de junio nadie se va a sorprender.

Y es que poniendo ejemplos incluso internacionales sobre las mentiras. En 2016, Donald Trump se enfrentó en su primer debate con Hillary Clinton. La participación de Trump fue un catálogo de mentiras. El Washington Post concluyó que “Trump repetidamente se apoyó en falsedades que han sido desmentidas a lo largo de la campaña. Clinton estiró la verdad en ocasiones, pero sus declaraciones imprecisas palidecieron en comparación con la lista de las exageraciones y mentiras de Trump”.

Aun así, Trump se impuso en las elecciones de ese año. Pese a la evidencia, los votantes consideraban mucho más mentirosa a la candidata. “But her emails”, era la frase con la que muchos votantes demócratas justificaban, envueltos en una superioridad moral imaginaria, su negativa a apoyar a Clinton, permitiendo el ascenso de Trump al poder.

Trump, desde luego, no es el único político que ha salido victorioso de una elección con el poder de la mentira. En abril de 2018, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador participó en su primer debate presidencial de esa campaña. AMLO se atrincheró en su realidad paralela de afirmaciones falaces y mentirosas, como aquella de que todos sus programas sociales se podrían financiar con “los 500 mil millones de pesos de ahorros por terminar con la corrupción”

Y ahora en este 2024, en unos meses diremos nos mintieron o cumplieron en propuestas o en lo que señalaron en los debates. Sin duda el electorado cada día es más preparado, y los jóvenes aunque parecen alejados de la política con su posible apatía dan señales claras, que las campañas a ellos no les emocionan.


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