/ sábado 2 de diciembre de 2023

Lo que no nos define | Entre la astucia y la controversia


Henry Kissinger, el erudito convertido en estratega de la diplomacia estadounidense, ha dejado este mundo a los 100 años, pero su legado sigue resonando en los pasillos del poder y en los archivos de la historia contemporánea, despertando aún debates persistente sobre el equilibrio entre pragmatismo y los valores éticos en la arena global.

Desde la guerra hasta el Premio Nobel de la Paz, la afirmación de Kissinger de que "en los asuntos internacionales, una reputación de confiabilidad es un activo más importante que las demostraciones de inteligencia táctica" resuena aún en el panorama contemporáneo. Su enfoque pragmático y realista le valió tanto elogios como críticas; pues aunque algunos lo aclamaron como un líder que remodeló la diplomacia para reflejar los intereses estadounidenses, otros lo condenaron por sacrificar valores democráticos en aras de objetivos geopolíticos.

En ese marco, siendo artífice de la apertura de Estados Unidos a China y negociador clave en conflictos como la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría, encabezó una era donde la astucia y la ambición se mezclaron con la inseguridad y un pragmatismo a veces cuestionable. Su legado se manifiesta en la relación compleja entre Estados Unidos y China, dos potencias económicas hasta ahora entrelazadas, pero con constantes roces en lo que a sus intereses se refiere.

La diplomacia de Kissinger buscó aislar a la Unión Soviética y transformó las relaciones con China, pero sus decisiones durante la Guerra de Vietnam y otros episodios generaron críticas. La "paz con honor" que negoció en Vietnam fue cuestionada, y sus acciones en Chile, Camboya y Timor Oriental levantaron acusaciones de infracciones al derecho internacional y complicidad con regímenes represivos.

Como se ve, Kissinger dejó un legado complejo que suscita admiración y posiblemente rechazo. Sus habilidades en el manejo de relaciones internacionales se vieron a menudo eclipsadas por sus controversias que van desde los bombardeos en Camboya hasta la invasión de Timor Oriental. Sin embargo, su influencia persistió más allá de su tiempo, siendo consultado por 12 presidentes, incluido Trump, aún cuando el mundo enfrentaba desafíos radicalmente distintos a los de su época.

En sus últimos años, consciente de la inestabilidad global, abogó por la eliminación gradual de armas nucleares y advirtió sobre los peligros de las armas impulsadas por la inteligencia artificial. Su longevidad y actividad hasta el último momento reflejan una vida dedicada a la política internacional y una mente que nunca dejó de analizar y reflexionar sobre los retos del mundo.

Desde sus primeros pasos como extranjero hasta su papel como secretario de Estado, la marca de Kissinger en la diplomacia internacional perdura como un testimonio, y quizás paradójicamente, como un ejemplo de la compleja relación entre la astucia geopolítica y los principios éticos, un legado que invita a la reflexión sobre el delicado equilibrio en la toma de decisiones.

¿O será la astucia y no la controversia lo que no nos define?


  • Consultor y profesor universitario

  • Twitter: Petaco10marina

  • Facebook: Petaco Diez Marina

  • Instagram: Petaco10marina



Henry Kissinger, el erudito convertido en estratega de la diplomacia estadounidense, ha dejado este mundo a los 100 años, pero su legado sigue resonando en los pasillos del poder y en los archivos de la historia contemporánea, despertando aún debates persistente sobre el equilibrio entre pragmatismo y los valores éticos en la arena global.

Desde la guerra hasta el Premio Nobel de la Paz, la afirmación de Kissinger de que "en los asuntos internacionales, una reputación de confiabilidad es un activo más importante que las demostraciones de inteligencia táctica" resuena aún en el panorama contemporáneo. Su enfoque pragmático y realista le valió tanto elogios como críticas; pues aunque algunos lo aclamaron como un líder que remodeló la diplomacia para reflejar los intereses estadounidenses, otros lo condenaron por sacrificar valores democráticos en aras de objetivos geopolíticos.

En ese marco, siendo artífice de la apertura de Estados Unidos a China y negociador clave en conflictos como la Guerra de Vietnam y la Guerra Fría, encabezó una era donde la astucia y la ambición se mezclaron con la inseguridad y un pragmatismo a veces cuestionable. Su legado se manifiesta en la relación compleja entre Estados Unidos y China, dos potencias económicas hasta ahora entrelazadas, pero con constantes roces en lo que a sus intereses se refiere.

La diplomacia de Kissinger buscó aislar a la Unión Soviética y transformó las relaciones con China, pero sus decisiones durante la Guerra de Vietnam y otros episodios generaron críticas. La "paz con honor" que negoció en Vietnam fue cuestionada, y sus acciones en Chile, Camboya y Timor Oriental levantaron acusaciones de infracciones al derecho internacional y complicidad con regímenes represivos.

Como se ve, Kissinger dejó un legado complejo que suscita admiración y posiblemente rechazo. Sus habilidades en el manejo de relaciones internacionales se vieron a menudo eclipsadas por sus controversias que van desde los bombardeos en Camboya hasta la invasión de Timor Oriental. Sin embargo, su influencia persistió más allá de su tiempo, siendo consultado por 12 presidentes, incluido Trump, aún cuando el mundo enfrentaba desafíos radicalmente distintos a los de su época.

En sus últimos años, consciente de la inestabilidad global, abogó por la eliminación gradual de armas nucleares y advirtió sobre los peligros de las armas impulsadas por la inteligencia artificial. Su longevidad y actividad hasta el último momento reflejan una vida dedicada a la política internacional y una mente que nunca dejó de analizar y reflexionar sobre los retos del mundo.

Desde sus primeros pasos como extranjero hasta su papel como secretario de Estado, la marca de Kissinger en la diplomacia internacional perdura como un testimonio, y quizás paradójicamente, como un ejemplo de la compleja relación entre la astucia geopolítica y los principios éticos, un legado que invita a la reflexión sobre el delicado equilibrio en la toma de decisiones.

¿O será la astucia y no la controversia lo que no nos define?


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