/ martes 14 de febrero de 2023

Blanca y Antonio, un amor que todo lo puede

Blanca Estela Quintanar y Antonio Barrón tienen 39 años de casados y afirman que el secreto de su matrimonio es el respeto por la pareja y el acercamiento a Dios

Blanca Estela Quintanar Hernández conoció a su esposo Antonio Barrón Carbajal cuando tenía 15 años. Su hermano mayor les pidió a sus amigos que le llevaran serenata por su cumpleaños.

“Estaba estudiando la preparatoria con el hermano mayor de Blanca, Miguel Ángel, y él nos dice que vayamos a llevarle serenata. Yo tenía 19 años y en ese entonces nos acompañaron mis amigos Luis Guerrero, Rodolfo Aguilar Gachuzo, Enrique Pérez Helgueros y Arturo Pacheco Jaimes” describe Don Antonio al recordar la anécdota.

Al día siguiente y en agradecimiento, la mamá de Blanca invitó a los chicos a una comida familiar, a la que solo se presentó Antonio, quien estuvo bailando toda la fiesta con ella y eso la cautivo.

“Después me invitó a tomar un café y de ahí empezamos a salir” recuerda Blanquita, “mi papá era muy duro con esos temas, pero que en cuanto supo que Toño me andaba pretendiendo, dijo que estaba bien, pues mi papá conocía a su papá porque ambos jugaban béisbol, y dijo -es buen muchacho, es hijo de Manuel Barrón- y eso fue muy importante para andar de novios”.

Anduvieron durante 7 años en los que Blanca fue educadora en el kínder Montesori, mientras Antonio se especializó para ser Perito Criminalista.

Se casaron el 15 de diciembre de 1984. La misa fue a la 1:30 de la tarde en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y el padre que los casó fue Víctor Ferro. Hicieron una fiesta para 700 personas en una huerta muy grande que tenían los papás de Toño, en la calle de Cuauhtémoc. El Sol de San Juan del Río cubrió el evento, pues Don Antonio era colaborador del periódico y en ocasiones apoyaba como fotógrafo.

El primer hogar en el que vivieron fue en la calle 27 de septiembre “rentábamos una casa que era propiedad de Don Pepe el Baratero, que nos hizo el favor porque conocía muy bien a mi suegro, y en Abasolo teníamos el Estudio fotográfico ABC, con el que nos fue muy bien” recuerda Don Antonio.

TODO ME GUSTA DE ELLA

Actualmente tienen 3 hijos, Blanca Judith, Ana Lizbeth y Antonio de Jesús, y 5 nietos. La base para el éxito de su matrimonio es el amor y el respeto, así lo afirma Blanquita.

“Yo creo que viene desde nuestros papás, cuando yo le dije a mi mamá que me quería casar, ella me dijo que lo pensara bien, porque el matrimonio no es un juego y es para toda la vida. Eso fue algo que platicamos. Nuestros padres nunca se iban a enterar de nuestros problemas, teníamos que resolverlos nosotros”.

Para Antonio la base para todo es el amor “porque cuando hay tristeza, el amor nos hace salir adelante como seres humanos y ser triunfadores en todo, el amor es la base de la humanidad”.

El acercamiento a Dios ha sido muy importante para ellos. Los padres Arnaldo Rigodanza, y Umberto Mauro Marsich han ayudado mucho a su matrimonio, y a otros matrimonios a prosperar.

“Hay tormentas, hay problemas y enojos, pero nunca pensamos en dejarnos, me casé amándolo y hasta la fecha lo amo. El respeto también es muy importante, él ha sido un gran hombre y un gran esposo y nunca nos hemos alejado de Dios” afirma Blanquita.

Don Antonio concluye “ella cocina riquísimo, mi casa la tiene impecable, a mi güerita le gusta renovarse, y eso aplica también a nuestro matrimonio. Todo me gusta de ella”.

Blanca Estela Quintanar Hernández conoció a su esposo Antonio Barrón Carbajal cuando tenía 15 años. Su hermano mayor les pidió a sus amigos que le llevaran serenata por su cumpleaños.

“Estaba estudiando la preparatoria con el hermano mayor de Blanca, Miguel Ángel, y él nos dice que vayamos a llevarle serenata. Yo tenía 19 años y en ese entonces nos acompañaron mis amigos Luis Guerrero, Rodolfo Aguilar Gachuzo, Enrique Pérez Helgueros y Arturo Pacheco Jaimes” describe Don Antonio al recordar la anécdota.

Al día siguiente y en agradecimiento, la mamá de Blanca invitó a los chicos a una comida familiar, a la que solo se presentó Antonio, quien estuvo bailando toda la fiesta con ella y eso la cautivo.

“Después me invitó a tomar un café y de ahí empezamos a salir” recuerda Blanquita, “mi papá era muy duro con esos temas, pero que en cuanto supo que Toño me andaba pretendiendo, dijo que estaba bien, pues mi papá conocía a su papá porque ambos jugaban béisbol, y dijo -es buen muchacho, es hijo de Manuel Barrón- y eso fue muy importante para andar de novios”.

Anduvieron durante 7 años en los que Blanca fue educadora en el kínder Montesori, mientras Antonio se especializó para ser Perito Criminalista.

Se casaron el 15 de diciembre de 1984. La misa fue a la 1:30 de la tarde en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y el padre que los casó fue Víctor Ferro. Hicieron una fiesta para 700 personas en una huerta muy grande que tenían los papás de Toño, en la calle de Cuauhtémoc. El Sol de San Juan del Río cubrió el evento, pues Don Antonio era colaborador del periódico y en ocasiones apoyaba como fotógrafo.

El primer hogar en el que vivieron fue en la calle 27 de septiembre “rentábamos una casa que era propiedad de Don Pepe el Baratero, que nos hizo el favor porque conocía muy bien a mi suegro, y en Abasolo teníamos el Estudio fotográfico ABC, con el que nos fue muy bien” recuerda Don Antonio.

TODO ME GUSTA DE ELLA

Actualmente tienen 3 hijos, Blanca Judith, Ana Lizbeth y Antonio de Jesús, y 5 nietos. La base para el éxito de su matrimonio es el amor y el respeto, así lo afirma Blanquita.

“Yo creo que viene desde nuestros papás, cuando yo le dije a mi mamá que me quería casar, ella me dijo que lo pensara bien, porque el matrimonio no es un juego y es para toda la vida. Eso fue algo que platicamos. Nuestros padres nunca se iban a enterar de nuestros problemas, teníamos que resolverlos nosotros”.

Para Antonio la base para todo es el amor “porque cuando hay tristeza, el amor nos hace salir adelante como seres humanos y ser triunfadores en todo, el amor es la base de la humanidad”.

El acercamiento a Dios ha sido muy importante para ellos. Los padres Arnaldo Rigodanza, y Umberto Mauro Marsich han ayudado mucho a su matrimonio, y a otros matrimonios a prosperar.

“Hay tormentas, hay problemas y enojos, pero nunca pensamos en dejarnos, me casé amándolo y hasta la fecha lo amo. El respeto también es muy importante, él ha sido un gran hombre y un gran esposo y nunca nos hemos alejado de Dios” afirma Blanquita.

Don Antonio concluye “ella cocina riquísimo, mi casa la tiene impecable, a mi güerita le gusta renovarse, y eso aplica también a nuestro matrimonio. Todo me gusta de ella”.

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