/ jueves 26 de agosto de 2021

Antes de agosto | Tres malos hábitos de un presidente

Para no obviar, un hábito es una rutina o comportamiento que se practica con regularidad, y en algunos casos de manera automática.

Primer mal hábito - Mentir.

Sin entrar en temas de moral o de interpretación; en pocas palabras, esta conducta es una negación de la realidad, es ir en contra de lo que ya se sabe. Pero sobre todo encierra el objetivo de engañar a alguien más.
La palabra y las acciones de cada quien valen lo mismo, pero sin duda cuando un presidente no dice la verdad, la cosa se vuelve exponencial, por el simple hecho de que sus decisiones tienen impacto directo en la vida de sus gobernados. Con sus mentiras intentan cambiar por decreto el la realidad, y esto es algo que nadie ha logrado ni logrará nunca. Entonces a este mal hábito por si fuera poco, le colgamos también la necedad.

Segundo mal hábito - Hablar sin saber.

Abordar un tema sin saberlo, no tiene nada de malo hasta cierto punto, de hecho a veces así es como se aprende. Pero cuando eres presidente de un país, hacer esto y además de manera recurrente; justo como un hábito, pues no manda las mejores señales, ni tampoco entrega los mejores resultados. Es obvio ¿no? A esta práctica, cuando eres la cabeza de una nación le podemos colgar entonces la mala costumbre de ser irresponsable. Al grado de que cueste vidas, empleos, seguridad, daño ambiental, y pongamos los etcéteras que se nos ocurran.

Tercer mal hábito - Culpar a otros.

¿Que no una presidente se postula como candidato sabiendo precisamente a lo que se enfrenta en caso de ganar? De otra suerte estaríamos ante una persona improvisada o cínica. ¿Se imaginan? Culpar a alguien más no está mal, siempre y cuando esa culpa vaya acompañada de pruebas y elementos que sustenten el dicho. En este mal hábito de aventar la bolita, se esconde el rencor y la venganza. Pero sobre todo se alimenta de la incompetencia de no saber como resolver tus responsabilidades, o de dar la cara en pocas palabras. Esta terrible conducta le podemos entonces añadir la cobardía.

El éxito o el fracaso son la suma de nuestros hábitos cotidianos y los resultados malos o buenos son indicadores de estos hábitos.
Dice el escritor James Clear que la manera práctica de cambiar quien eres, es cambiar lo que haces. ¡Uy!

Entonces, en la política ¿estos malos hábitos son nuevos?
Claro que no.

¿Nos debemos preocupar?

Sí.

¿Qué hacer?

Combatir la conformidad social que fortalece la llegada al poder de personajes con estos hábitos.



Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera

Para no obviar, un hábito es una rutina o comportamiento que se practica con regularidad, y en algunos casos de manera automática.

Primer mal hábito - Mentir.

Sin entrar en temas de moral o de interpretación; en pocas palabras, esta conducta es una negación de la realidad, es ir en contra de lo que ya se sabe. Pero sobre todo encierra el objetivo de engañar a alguien más.
La palabra y las acciones de cada quien valen lo mismo, pero sin duda cuando un presidente no dice la verdad, la cosa se vuelve exponencial, por el simple hecho de que sus decisiones tienen impacto directo en la vida de sus gobernados. Con sus mentiras intentan cambiar por decreto el la realidad, y esto es algo que nadie ha logrado ni logrará nunca. Entonces a este mal hábito por si fuera poco, le colgamos también la necedad.

Segundo mal hábito - Hablar sin saber.

Abordar un tema sin saberlo, no tiene nada de malo hasta cierto punto, de hecho a veces así es como se aprende. Pero cuando eres presidente de un país, hacer esto y además de manera recurrente; justo como un hábito, pues no manda las mejores señales, ni tampoco entrega los mejores resultados. Es obvio ¿no? A esta práctica, cuando eres la cabeza de una nación le podemos colgar entonces la mala costumbre de ser irresponsable. Al grado de que cueste vidas, empleos, seguridad, daño ambiental, y pongamos los etcéteras que se nos ocurran.

Tercer mal hábito - Culpar a otros.

¿Que no una presidente se postula como candidato sabiendo precisamente a lo que se enfrenta en caso de ganar? De otra suerte estaríamos ante una persona improvisada o cínica. ¿Se imaginan? Culpar a alguien más no está mal, siempre y cuando esa culpa vaya acompañada de pruebas y elementos que sustenten el dicho. En este mal hábito de aventar la bolita, se esconde el rencor y la venganza. Pero sobre todo se alimenta de la incompetencia de no saber como resolver tus responsabilidades, o de dar la cara en pocas palabras. Esta terrible conducta le podemos entonces añadir la cobardía.

El éxito o el fracaso son la suma de nuestros hábitos cotidianos y los resultados malos o buenos son indicadores de estos hábitos.
Dice el escritor James Clear que la manera práctica de cambiar quien eres, es cambiar lo que haces. ¡Uy!

Entonces, en la política ¿estos malos hábitos son nuevos?
Claro que no.

¿Nos debemos preocupar?

Sí.

¿Qué hacer?

Combatir la conformidad social que fortalece la llegada al poder de personajes con estos hábitos.



Nos leemos el próximo jueves.
Twitter: @julio_cabrera

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