/ jueves 29 de febrero de 2024

Rompe el silencio | El consumo de drogas: entre la elección personal y la adaptación a la vida"

Por: Emmanuel Hernández


A menudo, al hablar del consumo de drogas, lo asociamos con algo negativo, una percepción influenciada por el estigma social que ha rodeado a este tema. Este estigma se originó en parte por el modelo ético-moral que prevaleció en décadas pasadas, el cual consideraba inmoral el consumo problemático de drogas y llevaba a la exclusión social de quienes lo practicaban.

Este enfoque se sumó al modelo médico, que define el consumo problemático de drogas como una enfermedad, etiquetando al usuario como "enfermo" y privándolo de su autonomía y capacidad de decisión en asuntos relacionados con su salud. Esta combinación de modelos ha llevado a una pérdida de la autonomía en la vida de quienes consumen drogas. Sin embargo, ¿realmente el consumo de drogas ha sido una elección personal, o más bien es la única manera que algunas personas encuentran para adaptarse a la vida?

El Informe Mundial sobre Drogas de 2023 destaca cifras alarmantes sobre el consumo y los trastornos relacionados con las drogas a nivel mundial. Según el informe, aproximadamente 296 millones de personas han consumido algún tipo de droga, de las cuales 39.5 millones sufren trastornos relacionados con este consumo. Además, se observa un aumento significativo del 50% en la proporción de mujeres usuarias de drogas.

Uno de los aspectos más preocupantes es la proliferación de drogas sintéticas, que suelen ser baratas, fáciles y rápidas de producir. En los últimos 20 años, hemos sido testigos de una epidemia de drogas sintéticas sin precedentes, con una transición acelerada de drogas naturales a sintéticas. Por ejemplo, la metanfetamina, conocida como cristal, es una droga que puede conseguirse por menos de 100 pesos el gramo y está siendo consumida por personas de todos los estratos sociales.

Entre 2017 y 2022, el consumo de anfetaminas, metanfetaminas, éxtasis y estimulantes de uso médico ha aumentado en un 218%. En 2022, estas sustancias representaron el 46.2% de los casos de demanda de tratamiento, seguidas por el alcohol con el 24.6% y la marihuana o cannabis con el 13.3%.

Las razones detrás del consumo de drogas son variadas e incluyen la búsqueda de mejoras en el sueño y el rendimiento, la reducción del estrés y de síntomas físicos, así como el deseo de socializar, tratar estados emocionales, experimentar y buscar diversión. Estas motivaciones reflejan las diversas formas en que las personas intentan satisfacer sus necesidades físicas, emocionales y sociales a través del consumo de drogas. No obstante, es fundamental señalar que el uso de drogas para abordar estas necesidades puede acarrear consecuencias negativas para la salud y el bienestar a largo plazo.

Si bien el consumo de drogas puede asociarse con la diversión y la socialización, su influencia está fuertemente determinada por el entorno y el propósito del consumo. Por ejemplo, el uso de cristal ejerce una gran influencia en entornos laborales donde las actividades demandan un alto esfuerzo físico. Esto puede ser resultado de jornadas laborales extenuantes o la necesidad de alterar el descanso y el sueño para cumplir con las exigencias del trabajo. Como resultado, trabajadores en el sector del transporte de carga o de pasajeros, la vigilancia, el comercio, la carga y la construcción son orientados a consumir cristal para sobrellevar las demandas físicas del trabajo, con la esperanza de aumentar su rendimiento laboral y, por ende, sus ingresos. Este fenómeno se ilustra en el testimonio de Rigo, un conductor de transporte de carga que, como usuario de cristal y actualmente en recuperación, expresó: "o bien dormido o bien drogado".

Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo el estigma hacia la salud mental y las adicciones crea una barrera significativa para acceder al tratamiento. Con demasiada frecuencia se culpa al usuario por su consumo y las consecuencias que este conlleva, sin tener en cuenta que en muchas ocasiones, el consumo de drogas es una forma de adaptarse a situaciones de vulnerabilidad. Es crucial abordar este tema desde la compasión, reconociendo las circunstancias difíciles que pueden llevar a las personas a recurrir a las drogas y ofreciendo apoyo en lugar de emitir juicios precipitados.

Por: Emmanuel Hernández


A menudo, al hablar del consumo de drogas, lo asociamos con algo negativo, una percepción influenciada por el estigma social que ha rodeado a este tema. Este estigma se originó en parte por el modelo ético-moral que prevaleció en décadas pasadas, el cual consideraba inmoral el consumo problemático de drogas y llevaba a la exclusión social de quienes lo practicaban.

Este enfoque se sumó al modelo médico, que define el consumo problemático de drogas como una enfermedad, etiquetando al usuario como "enfermo" y privándolo de su autonomía y capacidad de decisión en asuntos relacionados con su salud. Esta combinación de modelos ha llevado a una pérdida de la autonomía en la vida de quienes consumen drogas. Sin embargo, ¿realmente el consumo de drogas ha sido una elección personal, o más bien es la única manera que algunas personas encuentran para adaptarse a la vida?

El Informe Mundial sobre Drogas de 2023 destaca cifras alarmantes sobre el consumo y los trastornos relacionados con las drogas a nivel mundial. Según el informe, aproximadamente 296 millones de personas han consumido algún tipo de droga, de las cuales 39.5 millones sufren trastornos relacionados con este consumo. Además, se observa un aumento significativo del 50% en la proporción de mujeres usuarias de drogas.

Uno de los aspectos más preocupantes es la proliferación de drogas sintéticas, que suelen ser baratas, fáciles y rápidas de producir. En los últimos 20 años, hemos sido testigos de una epidemia de drogas sintéticas sin precedentes, con una transición acelerada de drogas naturales a sintéticas. Por ejemplo, la metanfetamina, conocida como cristal, es una droga que puede conseguirse por menos de 100 pesos el gramo y está siendo consumida por personas de todos los estratos sociales.

Entre 2017 y 2022, el consumo de anfetaminas, metanfetaminas, éxtasis y estimulantes de uso médico ha aumentado en un 218%. En 2022, estas sustancias representaron el 46.2% de los casos de demanda de tratamiento, seguidas por el alcohol con el 24.6% y la marihuana o cannabis con el 13.3%.

Las razones detrás del consumo de drogas son variadas e incluyen la búsqueda de mejoras en el sueño y el rendimiento, la reducción del estrés y de síntomas físicos, así como el deseo de socializar, tratar estados emocionales, experimentar y buscar diversión. Estas motivaciones reflejan las diversas formas en que las personas intentan satisfacer sus necesidades físicas, emocionales y sociales a través del consumo de drogas. No obstante, es fundamental señalar que el uso de drogas para abordar estas necesidades puede acarrear consecuencias negativas para la salud y el bienestar a largo plazo.

Si bien el consumo de drogas puede asociarse con la diversión y la socialización, su influencia está fuertemente determinada por el entorno y el propósito del consumo. Por ejemplo, el uso de cristal ejerce una gran influencia en entornos laborales donde las actividades demandan un alto esfuerzo físico. Esto puede ser resultado de jornadas laborales extenuantes o la necesidad de alterar el descanso y el sueño para cumplir con las exigencias del trabajo. Como resultado, trabajadores en el sector del transporte de carga o de pasajeros, la vigilancia, el comercio, la carga y la construcción son orientados a consumir cristal para sobrellevar las demandas físicas del trabajo, con la esperanza de aumentar su rendimiento laboral y, por ende, sus ingresos. Este fenómeno se ilustra en el testimonio de Rigo, un conductor de transporte de carga que, como usuario de cristal y actualmente en recuperación, expresó: "o bien dormido o bien drogado".

Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo el estigma hacia la salud mental y las adicciones crea una barrera significativa para acceder al tratamiento. Con demasiada frecuencia se culpa al usuario por su consumo y las consecuencias que este conlleva, sin tener en cuenta que en muchas ocasiones, el consumo de drogas es una forma de adaptarse a situaciones de vulnerabilidad. Es crucial abordar este tema desde la compasión, reconociendo las circunstancias difíciles que pueden llevar a las personas a recurrir a las drogas y ofreciendo apoyo en lugar de emitir juicios precipitados.