/ jueves 22 de abril de 2021

Sopa de letras | El Infinito en un Junco

Es un ensayo narrativo, cruce entre libro divulgativo y la autobiografía como lectora de Irene, nos lleva de la mano por este periplo de más de mil años en el que se hace un repaso por la historia de los libros en el mundo grecorromano.

Perol la escritora aragonesa no solo nos habla de libros, también nos habla, de ella, de su iniciación como oyente cuando su madre le leía cuentos infantiles, decisiva que fue su profesora de latín y griego en la adolescencia o de su estancia en Florencia y Oxford como estudiante.

Con estas armas tan sencillas Irene Vallejo, como los cantos de las sirenas de la Odisea nos seduce y consigue que no queramos levantar la vista del libro con su cálida prosa de cuentacuentos, nos sienta a todos en corto junto a la chimenea y nos narra la apasionante epopeya de los libros ciegos de la literatura oral que iban pueblo por pueblo, cantando las gestas de los héroes de la obsesión de un faraón, Ptolomeo, I. Por reunir todo el saber del mundo en su biblioteca de Alejandría, de comediografos que plagaban a autores antiguos en certámenes literarios.

La aurora española, con su estilo sencillo y ameno, va hilando numerosas antologías entre el mundo clásico y la época actual, demostrando así una vasta cultura para acercar a los lectores contemporáneos los temas que trata en su obra, por ello, no debe de sorprender que a lo largo de la obra nos hable, por ejemplo de Goethe, de Tolkien, el Nombre de la Rosa de Humberto Eco, de Walt Disney o a la vez que nos hable de Safo de Lesbos, Platón, Homero, o de la Villa de los Papiros de Herculano.

Hay reseñas que dan ganas de escribirlas, en el scriptorium con calma y el pulgar manchado de tinta. Y es que el infinito en un Junco está escrito con mimo que solo puede tener un amante de los libros y los misterios que estos encierren.

L obra ha recibido los elogios de plumas tan insignes como Mario Vargas Llosa, que encandila a todo aquel, que quiera acercarse a un libro con un título tan evocador que ha despertado de su letargo a un filólogo clásico que tras poner el punto final a estas líneas, se arrimará a la estantería a leer algunos versos de Catulo.

Es un ensayo narrativo, cruce entre libro divulgativo y la autobiografía como lectora de Irene, nos lleva de la mano por este periplo de más de mil años en el que se hace un repaso por la historia de los libros en el mundo grecorromano.

Perol la escritora aragonesa no solo nos habla de libros, también nos habla, de ella, de su iniciación como oyente cuando su madre le leía cuentos infantiles, decisiva que fue su profesora de latín y griego en la adolescencia o de su estancia en Florencia y Oxford como estudiante.

Con estas armas tan sencillas Irene Vallejo, como los cantos de las sirenas de la Odisea nos seduce y consigue que no queramos levantar la vista del libro con su cálida prosa de cuentacuentos, nos sienta a todos en corto junto a la chimenea y nos narra la apasionante epopeya de los libros ciegos de la literatura oral que iban pueblo por pueblo, cantando las gestas de los héroes de la obsesión de un faraón, Ptolomeo, I. Por reunir todo el saber del mundo en su biblioteca de Alejandría, de comediografos que plagaban a autores antiguos en certámenes literarios.

La aurora española, con su estilo sencillo y ameno, va hilando numerosas antologías entre el mundo clásico y la época actual, demostrando así una vasta cultura para acercar a los lectores contemporáneos los temas que trata en su obra, por ello, no debe de sorprender que a lo largo de la obra nos hable, por ejemplo de Goethe, de Tolkien, el Nombre de la Rosa de Humberto Eco, de Walt Disney o a la vez que nos hable de Safo de Lesbos, Platón, Homero, o de la Villa de los Papiros de Herculano.

Hay reseñas que dan ganas de escribirlas, en el scriptorium con calma y el pulgar manchado de tinta. Y es que el infinito en un Junco está escrito con mimo que solo puede tener un amante de los libros y los misterios que estos encierren.

L obra ha recibido los elogios de plumas tan insignes como Mario Vargas Llosa, que encandila a todo aquel, que quiera acercarse a un libro con un título tan evocador que ha despertado de su letargo a un filólogo clásico que tras poner el punto final a estas líneas, se arrimará a la estantería a leer algunos versos de Catulo.