/ domingo 3 de diciembre de 2023

Aquí Querétaro | Declaratoria Banda de Música

Aurelio Olvera Montaño tiene ya 83 años, y más de siete décadas de dedicarse, apasionada y comprometidamente, a la música. De ellas, durante poco más de medio siglo se ha entregado a la tarea de dirigir, un tramo del camino acompañado de su hermano Luis, a la Banda de Música del Estado, a la que la actual Legislatura ha propuesto para ser declarada patrimonio cultural “inmaterial e intangible” del Estado. Con este propósito, los diputados queretanos actuales le entregaron un reconocimiento más al popular “Yeyo”, en una ceremonia realizada en el histórico Teatro de la República.

Más allá del reconocimiento que Aurelio Olvera merece, y de la oportunidad de una declaratoria para su banda (que necesariamente tendrá que revisar, y en su caso avalar, el Poder Ejecutivo de la entidad), el acontecimiento no deja de volver a mostrar las inconsistencias y la proclividad a la simulación de la clase política queretana: Pretende declarar patrimonio “inmaterial e intangible” (términos que muy particularmente considero sinónimos, y por tanto redundantes) a una organización musical que se empeñan, día a día, en menospreciar con los hechos, y en galardonar a un hombre al que despojan en la cotidianidad del trato especial que merece por todo lo que ha hecho por esta tierra.

Aurelio Olvera tuvo su primer acercamiento con la música cuando era un niño de diez años e ingresó en lo que hoy conocemos como el conservatorio de música José Guadalupe Velázquez; se ha distinguido como compositor, como director, como maestro, y como fundador de instituciones tan longevas y prestigiadas como la Estudiantina de la Universidad Autónoma de Querétaro y la propia Banda de Música del Estado, heredera de una gran tradición en la materia. Fue actor desde los inicios de los Cómicos de la Legua (y muy bueno, por cierto), director de la entonces Escuela de Bellas Artes de la U.A.Q., regidor del Ayuntamiento de la capital queretana y director del Patronato de las Fiestas de Querétaro. Difícilmente podremos encontrar un queretano tan querido por la gente y tan merecedor de reconocimientos.

A la Banda de Música que dirige, y que también fundó, la han traído por años entre instituciones, y lo que es peor, la utilizan, sin ápice de mesura, para solventar cuanto “compromiso” institucional, político, religioso o educativo, surge; han trasladado sus ensayos desde el Jardín del Arte al Gómez Morín, pasando por Santa Rosa de Viterbo; no han sustituido a sus músicos jubilados, lo que la ha ido achicando, y la podemos descubrir los domingos todos en el kiosco del Jardín Zenea y arrinconada en los eventos públicos. Eso sí: la pretenden nombrar patrimonio “inmaterial e intangible” del Estado.

A Yeyo Olvera le entregan constantes reconocimientos, lo mismo teniendo como escenario el Teatro de la República que una vil carpa callejera, pero le exigen cartas de recomendación para completar su expediente ante su intento de jubilarse. Durante años lo he visto llevando papeles de oficina en oficina, haciendo antesalas o cubriendo los huecos necesarios en las actividades culturales. Me tocó, de primera mano, ver las exigencias que le imponían cuando presidió el Patronato de las Fiestas de Querétaro, y también sus esperas, éstas muy actuales, para obtener una cita de algún funcionario, o funcionaria.

No sé si la Banda de Música merece ser considerada patrimonio cultural estatal, pero estoy seguro de que requiere un mejor trato. Firmemente pienso que Aurelio Olvera Montaño es un personaje injustamente tratado en la práctica cotidiana y que merecería un acompañamiento especial en su proceso de jubilación, a tono con su brillantísima trayectoria profesional y sus características de ser humano, al color y al peso que le ha dado a la historia reciente de Querétaro.

Lo de los políticos, ante todo este caso, es una muy evidente “material y tangible” (redundante, para fijarlo) simulación, en la que se esconden los deseos de brillar en tiempos de borrasca política.


Aurelio Olvera Montaño tiene ya 83 años, y más de siete décadas de dedicarse, apasionada y comprometidamente, a la música. De ellas, durante poco más de medio siglo se ha entregado a la tarea de dirigir, un tramo del camino acompañado de su hermano Luis, a la Banda de Música del Estado, a la que la actual Legislatura ha propuesto para ser declarada patrimonio cultural “inmaterial e intangible” del Estado. Con este propósito, los diputados queretanos actuales le entregaron un reconocimiento más al popular “Yeyo”, en una ceremonia realizada en el histórico Teatro de la República.

Más allá del reconocimiento que Aurelio Olvera merece, y de la oportunidad de una declaratoria para su banda (que necesariamente tendrá que revisar, y en su caso avalar, el Poder Ejecutivo de la entidad), el acontecimiento no deja de volver a mostrar las inconsistencias y la proclividad a la simulación de la clase política queretana: Pretende declarar patrimonio “inmaterial e intangible” (términos que muy particularmente considero sinónimos, y por tanto redundantes) a una organización musical que se empeñan, día a día, en menospreciar con los hechos, y en galardonar a un hombre al que despojan en la cotidianidad del trato especial que merece por todo lo que ha hecho por esta tierra.

Aurelio Olvera tuvo su primer acercamiento con la música cuando era un niño de diez años e ingresó en lo que hoy conocemos como el conservatorio de música José Guadalupe Velázquez; se ha distinguido como compositor, como director, como maestro, y como fundador de instituciones tan longevas y prestigiadas como la Estudiantina de la Universidad Autónoma de Querétaro y la propia Banda de Música del Estado, heredera de una gran tradición en la materia. Fue actor desde los inicios de los Cómicos de la Legua (y muy bueno, por cierto), director de la entonces Escuela de Bellas Artes de la U.A.Q., regidor del Ayuntamiento de la capital queretana y director del Patronato de las Fiestas de Querétaro. Difícilmente podremos encontrar un queretano tan querido por la gente y tan merecedor de reconocimientos.

A la Banda de Música que dirige, y que también fundó, la han traído por años entre instituciones, y lo que es peor, la utilizan, sin ápice de mesura, para solventar cuanto “compromiso” institucional, político, religioso o educativo, surge; han trasladado sus ensayos desde el Jardín del Arte al Gómez Morín, pasando por Santa Rosa de Viterbo; no han sustituido a sus músicos jubilados, lo que la ha ido achicando, y la podemos descubrir los domingos todos en el kiosco del Jardín Zenea y arrinconada en los eventos públicos. Eso sí: la pretenden nombrar patrimonio “inmaterial e intangible” del Estado.

A Yeyo Olvera le entregan constantes reconocimientos, lo mismo teniendo como escenario el Teatro de la República que una vil carpa callejera, pero le exigen cartas de recomendación para completar su expediente ante su intento de jubilarse. Durante años lo he visto llevando papeles de oficina en oficina, haciendo antesalas o cubriendo los huecos necesarios en las actividades culturales. Me tocó, de primera mano, ver las exigencias que le imponían cuando presidió el Patronato de las Fiestas de Querétaro, y también sus esperas, éstas muy actuales, para obtener una cita de algún funcionario, o funcionaria.

No sé si la Banda de Música merece ser considerada patrimonio cultural estatal, pero estoy seguro de que requiere un mejor trato. Firmemente pienso que Aurelio Olvera Montaño es un personaje injustamente tratado en la práctica cotidiana y que merecería un acompañamiento especial en su proceso de jubilación, a tono con su brillantísima trayectoria profesional y sus características de ser humano, al color y al peso que le ha dado a la historia reciente de Querétaro.

Lo de los políticos, ante todo este caso, es una muy evidente “material y tangible” (redundante, para fijarlo) simulación, en la que se esconden los deseos de brillar en tiempos de borrasca política.