/ domingo 17 de marzo de 2024

Contraluz | Jesús de la Isla 


Cuando yo era niño había en Querétaro un periódico semanario llamado “Tribuna” que frecuentemente causaba polémica y discusiones por sus contenidos, muchas veces críticos, y por la amplitud de sus comentarios que abarcaban no sólo temas locales y nacionales, sino que abordaba también asuntos internacionales que de alguna forma incidían en todo el mundo como las guerras, las luchas hegemónicas, las alianzas para conformar grupos de países antagónicos: OTAN y Pacto de Varsovia, la guerra fría, el Concilio Vaticano, el poderío de Estados Unidos, la carrera espacial, las migraciones, el fortalecimiento de la criminalidad en torno a las drogas, las divisiones de la postguerra en Europa y Asia, los nuevos regímenes en América Latina, etcétera.

El semanario “Tribuna”, presentado en esquema tabloide lo dirigía don Jesús de la Isla, hombre culto, maestro universitario, viajero incansable, y quien un tiempo fue destacado militante del PAN, partido del que se alejó por divergencias con sus dirigentes nacionales. En su Historia del periodismo en Querétaro, publicada en 1968 el historiador, ex rector y fundador de la UAQ, licenciado Fernando Díaz Ramírez calificaba el periódico “Tribuna”, que circuló de 1944 a 1977 como un “semanario con tendencias a bisemanario, era un periódico un poquito más que independiente, casi de oposición (sic), carácter que va acentuando más y más hasta 1960 año en que llegó a la cima de su valer periodístico; llegó a tener una gran influencia sobre todo de los años de 1958 a 1960, luego declinó, pero se mantiene con vida”. No era fácil imaginar en aquellos tiempos un periódico crítico o de oposición que no fuera ligado a alguno de los partidos políticos con registro en aquel entonces.

Por ello, en 1980 mi entonces director y siempre amigo, Rogelio Garfias Ruiz, me pidió entrevistar a quien había dirigido dicho periódico durante 33 años.

Hijo de Edmundo de la Isla y Virginia Espinoza, J. Jesús de la Isla había nacido en esta ciudad en 1916. Sus primeros estudios, contó, los realizó en el Colegio Guadalupano ubicado entonces en las calles de Balvanera, “Era el único colegio católico de entonces”; y ahí estudiaron junto con él, Manuel González Cosío, Eugenio Urquiza, Salvador Sánchez, los González Jáuregui entre muchos más.

Luego estudió con el maestro José Vázquez Méndez y después, invitado por un tío, fue al seminario de los Misioneros del Espíritu Santo que estaba en Tlalpan en la Ciudad de México “de quienes fui huésped al igual que otros queretanos como Carlos Septién García, Antonio Álvarez, Sebastián Berumen, Heberto Jiménez, entre otros”. Retornó a Querétaro donde estudió comercio y otras materias y luego de nuevo en la Ciudad de México en el Instituto de Bachilleres de los Jesuitas donde cursó el Bachillerato en Ciencias Químicas.

Al término, hizo su primer viaje a Europa con la intención de estudiar Ingeniería Química en Lovaina. Pero eran tiempos en que sonaban tambores de guerra por lo que hubo de regresar a México.

“Estaba en París, recordó, con un compañero egipcio. Se veía entonces que venía la guerra. Fuimos a la embajada egipcia, ahí dijeron a mi compañero que en tres días zarparía un barco de Marsella que lo podría llevar a su patria. Fuimos luego a la embajada mexicana y la persona que nos recibió sólo me pudo recomendar alejarme hacia el sur de Francia. Fuimos al cine después y en un intermedio apareció un letrero anunciando la reunión de Munich entre Mussolini, Hitler y Chamberlain, culminando el aviso con la frase “la paz se ha salvado”. Pero sólo ocho meses más estuvo en Europa pues poco después estalló la II Guerra Mundial.

A su retorno a México enfrentó el problema del reconocimiento de sus estudios por lo que inició con clases de francés en el Colegio Civil donde impartió cursos durante 15 años y en el Seminario Conciliar donde también dio clases 17 años.

Sobre el nacimiento de “Tribuna” recordó en aquella entrevista:

“Fue el padre Ramón Martínez quien nos animó a mi, a Enrique y a Heberto Jiménez –mi papá y un tío- a hacer el periódico. El periodismo que había entonces, según observábamos, no nos parecía serio. Se inventaba mucho. Y así fue como en agosto de 1944 nos lanzamos a la empresa. El padre Ramón Martínez escribía “Panorama Internacional”, Heberto, “Panorama Nacional” y Enrique y yo hacíamos lo demás.

“Fueron 33 años de dar lata. De señalar lo que nos parecía mal en relación a todo, al gobierno, al campo, a la obra pública, al PRI, al PAN; y destacar también los esfuerzos positivos que se hacían…” Me platicó entonces don Jesús de la Isla que sufrió diversos amedrentamientos por las críticas que el periódico hacía; llamados del Congreso para que explicara y justificara puntos de vista que no agradaban a los diputados; y finalmente un ataque más formal que incluyó cristalazos a puerta y ventana de su casa en la calle de Morelos y finalmente disparos que horadaron la puerta y destrozaron su auto.

Fue entonces, expresó, que “Tribuna” culminó su ciclo tras cumplir 33 años de haber nacido.

Asomo a la política

Por el PAN fue candidato a diputado federal por el III Distrito y a alcalde de Querétaro, pero terminó con diferencias con los dirigentes nacionales pues, refirió, consideraba que sólo trabajaban en tiempos de elecciones y rechazaba su apuesta por la “brega de eternidades”. Él proponía un “abstencionismo de lucha, no de apatía; porque lo cierto era que no se respetaba el voto”.

Otro de los temas recurrentes en el periódico “Tribuna” era la desigualdad y la forma de luchar contra ella “En México, decía, hay una capa de muy pocas gentes que están bien; otros muchos estamos regular; y la mayoría definitivamente mal. No salimos adelante porque hay un círculo vicioso que no hemos roto y que se da principalmente en el campo en donde el hombre no come porque no trabaja y trabaja poco porque casi no come…

“Y la culpa, la razón de todo ello, no son precisamente ellos, los funcionarios. Somos nosotros, todos nosotros los culpables. No hay quien levante la voz. La clase alta y media agachan la cabeza por egoísmo… Recuerdo ahora “Tribuna”, la gente, los amigos nos decían: échale a esto o a aquello, y a la mera hora todos callaban. Hubo una ocasión que en El Amanecer muchos de ellos aparecían como firmantes de una carta en que se expresaba que no había razón en lo dicho por “Tribuna”... y ellos nos habían pedido que dijéramos lo que ahora negaban”.

Durante aquella entrevista, realizada en marzo de 1980 –en la serie Personajes de Querétaro publicada en Noticias, y en la que concurrimos Sergio Arturo Venegas, Salvador Rico (qepd) y yo-, don Jesús de la Isla sembró algunas frases que aún hoy dan qué pensar:

  • “Somos un país riquísimo, pero cuántas veces siete meses del año nos la pasamos mirando al cielo esperando que llueva”.
  • “Nosotros cuando jóvenes creíamos también estar descubriendo el hilo negro”.
  • “La ciencia y la técnica alcanzadas hoy en día son maravillosas, pero es increíble que haya regímenes que pregonen, aunque de ninguna manera la alcancen, la sociedad sin clases; y sí en cambio son reiteradamente incapaces de producir lo que consumen”.



Cuando yo era niño había en Querétaro un periódico semanario llamado “Tribuna” que frecuentemente causaba polémica y discusiones por sus contenidos, muchas veces críticos, y por la amplitud de sus comentarios que abarcaban no sólo temas locales y nacionales, sino que abordaba también asuntos internacionales que de alguna forma incidían en todo el mundo como las guerras, las luchas hegemónicas, las alianzas para conformar grupos de países antagónicos: OTAN y Pacto de Varsovia, la guerra fría, el Concilio Vaticano, el poderío de Estados Unidos, la carrera espacial, las migraciones, el fortalecimiento de la criminalidad en torno a las drogas, las divisiones de la postguerra en Europa y Asia, los nuevos regímenes en América Latina, etcétera.

El semanario “Tribuna”, presentado en esquema tabloide lo dirigía don Jesús de la Isla, hombre culto, maestro universitario, viajero incansable, y quien un tiempo fue destacado militante del PAN, partido del que se alejó por divergencias con sus dirigentes nacionales. En su Historia del periodismo en Querétaro, publicada en 1968 el historiador, ex rector y fundador de la UAQ, licenciado Fernando Díaz Ramírez calificaba el periódico “Tribuna”, que circuló de 1944 a 1977 como un “semanario con tendencias a bisemanario, era un periódico un poquito más que independiente, casi de oposición (sic), carácter que va acentuando más y más hasta 1960 año en que llegó a la cima de su valer periodístico; llegó a tener una gran influencia sobre todo de los años de 1958 a 1960, luego declinó, pero se mantiene con vida”. No era fácil imaginar en aquellos tiempos un periódico crítico o de oposición que no fuera ligado a alguno de los partidos políticos con registro en aquel entonces.

Por ello, en 1980 mi entonces director y siempre amigo, Rogelio Garfias Ruiz, me pidió entrevistar a quien había dirigido dicho periódico durante 33 años.

Hijo de Edmundo de la Isla y Virginia Espinoza, J. Jesús de la Isla había nacido en esta ciudad en 1916. Sus primeros estudios, contó, los realizó en el Colegio Guadalupano ubicado entonces en las calles de Balvanera, “Era el único colegio católico de entonces”; y ahí estudiaron junto con él, Manuel González Cosío, Eugenio Urquiza, Salvador Sánchez, los González Jáuregui entre muchos más.

Luego estudió con el maestro José Vázquez Méndez y después, invitado por un tío, fue al seminario de los Misioneros del Espíritu Santo que estaba en Tlalpan en la Ciudad de México “de quienes fui huésped al igual que otros queretanos como Carlos Septién García, Antonio Álvarez, Sebastián Berumen, Heberto Jiménez, entre otros”. Retornó a Querétaro donde estudió comercio y otras materias y luego de nuevo en la Ciudad de México en el Instituto de Bachilleres de los Jesuitas donde cursó el Bachillerato en Ciencias Químicas.

Al término, hizo su primer viaje a Europa con la intención de estudiar Ingeniería Química en Lovaina. Pero eran tiempos en que sonaban tambores de guerra por lo que hubo de regresar a México.

“Estaba en París, recordó, con un compañero egipcio. Se veía entonces que venía la guerra. Fuimos a la embajada egipcia, ahí dijeron a mi compañero que en tres días zarparía un barco de Marsella que lo podría llevar a su patria. Fuimos luego a la embajada mexicana y la persona que nos recibió sólo me pudo recomendar alejarme hacia el sur de Francia. Fuimos al cine después y en un intermedio apareció un letrero anunciando la reunión de Munich entre Mussolini, Hitler y Chamberlain, culminando el aviso con la frase “la paz se ha salvado”. Pero sólo ocho meses más estuvo en Europa pues poco después estalló la II Guerra Mundial.

A su retorno a México enfrentó el problema del reconocimiento de sus estudios por lo que inició con clases de francés en el Colegio Civil donde impartió cursos durante 15 años y en el Seminario Conciliar donde también dio clases 17 años.

Sobre el nacimiento de “Tribuna” recordó en aquella entrevista:

“Fue el padre Ramón Martínez quien nos animó a mi, a Enrique y a Heberto Jiménez –mi papá y un tío- a hacer el periódico. El periodismo que había entonces, según observábamos, no nos parecía serio. Se inventaba mucho. Y así fue como en agosto de 1944 nos lanzamos a la empresa. El padre Ramón Martínez escribía “Panorama Internacional”, Heberto, “Panorama Nacional” y Enrique y yo hacíamos lo demás.

“Fueron 33 años de dar lata. De señalar lo que nos parecía mal en relación a todo, al gobierno, al campo, a la obra pública, al PRI, al PAN; y destacar también los esfuerzos positivos que se hacían…” Me platicó entonces don Jesús de la Isla que sufrió diversos amedrentamientos por las críticas que el periódico hacía; llamados del Congreso para que explicara y justificara puntos de vista que no agradaban a los diputados; y finalmente un ataque más formal que incluyó cristalazos a puerta y ventana de su casa en la calle de Morelos y finalmente disparos que horadaron la puerta y destrozaron su auto.

Fue entonces, expresó, que “Tribuna” culminó su ciclo tras cumplir 33 años de haber nacido.

Asomo a la política

Por el PAN fue candidato a diputado federal por el III Distrito y a alcalde de Querétaro, pero terminó con diferencias con los dirigentes nacionales pues, refirió, consideraba que sólo trabajaban en tiempos de elecciones y rechazaba su apuesta por la “brega de eternidades”. Él proponía un “abstencionismo de lucha, no de apatía; porque lo cierto era que no se respetaba el voto”.

Otro de los temas recurrentes en el periódico “Tribuna” era la desigualdad y la forma de luchar contra ella “En México, decía, hay una capa de muy pocas gentes que están bien; otros muchos estamos regular; y la mayoría definitivamente mal. No salimos adelante porque hay un círculo vicioso que no hemos roto y que se da principalmente en el campo en donde el hombre no come porque no trabaja y trabaja poco porque casi no come…

“Y la culpa, la razón de todo ello, no son precisamente ellos, los funcionarios. Somos nosotros, todos nosotros los culpables. No hay quien levante la voz. La clase alta y media agachan la cabeza por egoísmo… Recuerdo ahora “Tribuna”, la gente, los amigos nos decían: échale a esto o a aquello, y a la mera hora todos callaban. Hubo una ocasión que en El Amanecer muchos de ellos aparecían como firmantes de una carta en que se expresaba que no había razón en lo dicho por “Tribuna”... y ellos nos habían pedido que dijéramos lo que ahora negaban”.

Durante aquella entrevista, realizada en marzo de 1980 –en la serie Personajes de Querétaro publicada en Noticias, y en la que concurrimos Sergio Arturo Venegas, Salvador Rico (qepd) y yo-, don Jesús de la Isla sembró algunas frases que aún hoy dan qué pensar:

  • “Somos un país riquísimo, pero cuántas veces siete meses del año nos la pasamos mirando al cielo esperando que llueva”.
  • “Nosotros cuando jóvenes creíamos también estar descubriendo el hilo negro”.
  • “La ciencia y la técnica alcanzadas hoy en día son maravillosas, pero es increíble que haya regímenes que pregonen, aunque de ninguna manera la alcancen, la sociedad sin clases; y sí en cambio son reiteradamente incapaces de producir lo que consumen”.