Andrés Manuel López Obrador es el presidente de la inseguridad. Su sexenio es el más violento de la historia, su gobierno es el que ha normalizado el dominio del crimen organizado en múltiples partes del país, su gestión ha ignorado la tarea del Estado por procurar la integridad de las mujeres, su administración se ha caracterizado por abrazar a los delincuentes y criminalizar a las víctimas.
Las cifras del propio gobierno federal confirman la tragedia y atestiguan la incapacidad. Más de 171,000 muertos, más de 30,000 homicidios por año, más de 80 muertes por mes. Lejos quedarán en los registros oficiales las 121,000 víctimas mortales del sexenio de Felipe Calderón y las 157,000 de la presidencia de Enrique Peña Nieto.
La extorsión masificada, la operación de los cárteles y del narcotráfico en su apogeo, la impunidad en su máxima expresión. Un presidente que minimiza todos los hechos, evade sus responsabilidades, protege a los criminales e insiste en su fallida estrategia.
En tanto intenta controlar al Poder Judicial y ataca despiadadamente la independencia entre Poderes, permite el fortalecimiento de las organizaciones criminales a lo largo y ancho del país. Zonas inaccesibles para el Ejército Mexicano y para cualquier autoridad, municipios desolados, abandonados a merced del crimen organizado.
Fue público el reconocimiento del presidente para inmiscuirse en la liberación del hijo del Chapo; sus concesiones para con los delincuentes son evidentes. Abrazos, no balazos, encubrimiento, no persecución, amnistía, no cárcel, protección, jamás judicialización. López Obrador es el presidente del hampa y el protector – confeso- del narcotráfico, lo ha reconocido él mismo. Ni calumnia, ni desinformación, hechos en su propia voz.
La reciente filtración de la investigación periodística del periódico The New York Times pinta el lienzo de la tragedia mexicana en estos 5 años de la “cuarta transformación”. Un candidato que ilusionó con pacificar al país, que prometió encuartelar a los militares, que ofreció acabar con la corrupción y la impunidad. Cinco años después, México vive su peor crisis de inseguridad y sufre el apogeo del reinado de los cárteles de la droga.
Estamos en la recta final del sexenio de la inseguridad y la contradicción, el sexenio del mesías que no pudo, no quiso y no hizo.
*Diputado Federal PAN