/ miércoles 27 de enero de 2021

Contraluz | Juventino Rosas

Escuchar la música nuestra es conectar con el alma mexicana, es dar paso a la crisálida que se metamorfosea en colores tonales que se resuelven en palpitar de emociones, en hilos luminosos que nos hablan de nuestro ser, en espacios ondulantes donde el tiempo es forma y fondo, sustancia, esencia, entraña y abrazo.

Todas las emociones se conjugan en impresionante desfile armónico en el que nos pensamos, nos reflejamos, nos sabemos.

La música nuestra es el parlamento de nuestras identidades, de nuestros goces, de nuestras tristezas, de nuestros sentimientos en los que asoma desde el hálito de la dulce ternura hasta el gozo de la exaltación; desde la raíz firme de la fe, hasta las hojas secas de la nostalgia. Y en el fondo, el murmullo transparente que habla de esperanzas y de amor.

Escuchaba viejos valses mexicanos que han prevalecido más allá de su tiempo porque hablan de nosotros, de lo que hemos sido, de venas ligerísimas que aún nos emocionan en medio del milagro cotidiano que es el arte –todo el arte- y que alegran, es decir, vivifican.

Recordé que el 26 o 24 de enero de 1868, no está clara la efeméride, nació en Santa Cruz, Guanajuato el compositor de origen otomí Juventino Rosas, autor en su corta vida, de numerosas obras, entre las que destaca el vals “Sobre las Olas”.

Hace dos años fue recordado en el 125 aniversario de su fallecimiento.

El laureado compositor Arturo Márquez –Danzón Número 2, Canto a Malala y La Leyenda de Miliano, entre otras reconocidísimas obras destacó entonces que “Juventino Rosas es uno de nuestros más queridos y respetados compositores, no solo por crear uno de los más bellos valses de todos los tiempos sino porque su música nos retrata y muestra ese México ideal que todos amamos...”

Eduardo Villegas Megías, coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México recordó la herencia indígena de Juventino Policarpo Rosas: Se “festeja, dijo, no la muerte sino la memoria de uno de los mayores compositores del siglo XIX, que tenemos el orgullo de que sea mexicano… Hablar sobre este gran compositor no solo nos da un conocimiento del pasado que nos permite proyectar el futuro, sino que nos proporciona colores, sentimientos, sabores, sonidos, de lo que nos constituye como un gran país”.

Juventino Rosas murió el 9 de julio de 1894 en Batabanó, Cuba, cerca de La Habana, a causa de una enfermedad hepática. Sepultado en la isla caribeña, su lápida tenía la siguiente inscripción: “La tierra cubana sabrá conservar su sueño”.

En 1909, sus restos fueron trasladados a la Ciudad de México y desde 1939 reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Autor de más de 90 obras, Juventinuo Rosas fue prácticamente un autor autodidacta pues sus estancias en el Conservatorio Nacional de Música fueron demasiado breves, tanto en 1886 como en 1888.

De sus composiciones, se conocen por nombre alrededor de 50, pero sólo hay 32 partituras. El resto se perdió en archivos o por descuido de los propietarios, de acuerdo con la más amplia investigación realizada al respecto, por parte del doctor en Musicología, Helmut Brenner (Mürzzuschlag, Austria, 1957-2017), autor del libro Juventino Rosas: su vida, su obra y su tiempo.

Consideraba el autor austriaco que Juventino Rosas podría considerarse el primer mexicano que logró con su música el reconocimiento internacional.

Revela que en el extranjero se hicieron numerosas ediciones, no sólo de Sobre las olas, sino de unas 40 piezas, según consta en archivos musicales de Austria, Estados Unidos y Francia. Afirma también que durante los 50 años posteriores a su muerte, fue el mexicano más grabado en el mundo.

No obstante, su vida y las circunstancias que dieron origen a su famoso vals Sobre las olas, aún están llenas de interrogantes.

Juventino Rosas aprendió música de su padre Jesús Rosas, quien tocaba el arpa y había sido músico militar. Luego de aprender a tocar el violín y su hermano mayor la guitarra, formaron con su padre un trío que actuaba en bailes, bautizos y otros acontecimientos que les permitía obtener algunos ingresos.

En 1875 se trasladaron a la Ciudad de México, donde continuaron con su música. Al poco tiempo se unieron a la orquesta de los hermanos Elvira y más tarde ingresaron al grupo de sus coterráneos, los hermanos Aguirre.

En 1883, Juventino se incorporó a la orquesta que acompañaba a la famosa cantante Ángela Peralta, con quien realizó una gira por el interior del país. Sin embargo, el infortunio rondaba a la compañía, la cual fue atacada por una epidemia de cólera en Mazatlán que provocó la muerte de la intérprete.

El genio musical de Juventino Rosas para la composición pronto se hizo presente, dando lugar a varias creaciones. El vals se había impuesto en México durante el Imperio de Maximiliano y tuvo su auge en el Porfiriato. Muchos músicos mexicanos componían espléndidos valses –entre ellos, Ricardo Castro, Felipe Villanueva, Abundio Martínez-, pero el más exitoso de ellos fue, sin duda, Juventino Rosas.

Para Helmut Brenner, era asombroso que el primer mexicano que tuvo éxito en el extranjero no fuera uno de los compositores con amplia formación académica, sino un autor casi autodidacta, “es como una ironía de la historia”.

Su talento musical sorprendió al mismo gabinete de Porfirio Díaz cuando participó en el festival organizado por el Teatro Nacional, el 5 de mayo de 1887, para conmemorar la batalla de Puebla.

Respecto del origen del famoso vals Sobre las olas, existen varias versiones sobre dónde y cómo surgió. Unas señalan que lo escribió en la población de Tláhuac, en la Ciudad de México, donde vivió un tiempo al huir de la leva militar, y su primer nombre fue “Junto al arroyo‟. Otra versión refiere que al desertar de una banda musical, tuvo que esconderse en la casa de su amigo Pepe Reina, que vivía en el pueblo de Contreras.

Una mañana, después de una noche de fiesta, se fue al manantial de La Magdalena y estando en el agua, le vino de pronto una melodía que empezó a tararear. Salió del agua y extrajo de su saco un pequeño libro en el que escribió apresuradamente los primeros apuntes de la pieza. Al regresar a la casa, pidió quedarse solo y empezó a escribir el vals Sobre las olas.

Con ese nombre fue publicado por los editores Wagner y Levien Sucs, quienes pagaron a Juventino Rosas cuarenta y cinco pesos por los derechos de reproducción de dicho vals y del schotis Lazos de Amor. El propio músico firmó un recibo que establecía: “Recibí de los Sres. A. Wagner y Levien la cantidad de cuarenta y cinco pesos, valor de mis dos composiciones Lazos de Amor schotis y Sobre las Olas vals, de cuyas obras les vendo por la presente la propiedad, para que hagan de ellas el uso que mejor les convenga. México, febrero de 1888. Juventino Rosas (rúbrica).

El vals se estrenó en 1891 y pronto adquirió gran fama. En 1893 creó el también reconocidísimo vals Carmen, que obsequió a la esposa de Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio de Díaz, quien agradecida, regaló al músico un hermoso piano de cola de manufactura alemana. Curiosamente, el musicólogo Helmut Brenner es quien se adentra con mayor precisión en los años de infancia y adolescencia de Juventino Rosas, en Guanajuato; en su traslado a la Ciudad de México; en sus años errantes en México y en Estados Unidos; en su última visita a Cuba con una compañía de zarzuela y en su muerte en esta isla caribeña en 1894; también da cuenta de las publicaciones, grabaciones de sonido, películas, estatuas y homenajes dedicados al compositor mexicano, a través del libro Juventino Rosas: su vida, su obra y su tiempo.

La música mexicana es grandiosa, tiene sello propio, identidad, tonalidades inconfundibles, venas genéricas que hablan de hilos brillantes que subyacen en un alma cultural viva y que denotan dulzura, ternura, sonoridades épicas, ritmos iridiscentes, como en los que en su tiempo, tiempo de todos, Juventino Rosas supo convocar y derramar.

Juventino Rosas, gran compositor mexicano de origen otomí, fallecido a los 26 años.

Numerosas orquestas sinfónicas y filarmónicas, incluida la OFEQ, han interpretado la música de Juventino Rosas.

Escuchar la música nuestra es conectar con el alma mexicana, es dar paso a la crisálida que se metamorfosea en colores tonales que se resuelven en palpitar de emociones, en hilos luminosos que nos hablan de nuestro ser, en espacios ondulantes donde el tiempo es forma y fondo, sustancia, esencia, entraña y abrazo.

Todas las emociones se conjugan en impresionante desfile armónico en el que nos pensamos, nos reflejamos, nos sabemos.

La música nuestra es el parlamento de nuestras identidades, de nuestros goces, de nuestras tristezas, de nuestros sentimientos en los que asoma desde el hálito de la dulce ternura hasta el gozo de la exaltación; desde la raíz firme de la fe, hasta las hojas secas de la nostalgia. Y en el fondo, el murmullo transparente que habla de esperanzas y de amor.

Escuchaba viejos valses mexicanos que han prevalecido más allá de su tiempo porque hablan de nosotros, de lo que hemos sido, de venas ligerísimas que aún nos emocionan en medio del milagro cotidiano que es el arte –todo el arte- y que alegran, es decir, vivifican.

Recordé que el 26 o 24 de enero de 1868, no está clara la efeméride, nació en Santa Cruz, Guanajuato el compositor de origen otomí Juventino Rosas, autor en su corta vida, de numerosas obras, entre las que destaca el vals “Sobre las Olas”.

Hace dos años fue recordado en el 125 aniversario de su fallecimiento.

El laureado compositor Arturo Márquez –Danzón Número 2, Canto a Malala y La Leyenda de Miliano, entre otras reconocidísimas obras destacó entonces que “Juventino Rosas es uno de nuestros más queridos y respetados compositores, no solo por crear uno de los más bellos valses de todos los tiempos sino porque su música nos retrata y muestra ese México ideal que todos amamos...”

Eduardo Villegas Megías, coordinador de Memoria Histórica y Cultural de México recordó la herencia indígena de Juventino Policarpo Rosas: Se “festeja, dijo, no la muerte sino la memoria de uno de los mayores compositores del siglo XIX, que tenemos el orgullo de que sea mexicano… Hablar sobre este gran compositor no solo nos da un conocimiento del pasado que nos permite proyectar el futuro, sino que nos proporciona colores, sentimientos, sabores, sonidos, de lo que nos constituye como un gran país”.

Juventino Rosas murió el 9 de julio de 1894 en Batabanó, Cuba, cerca de La Habana, a causa de una enfermedad hepática. Sepultado en la isla caribeña, su lápida tenía la siguiente inscripción: “La tierra cubana sabrá conservar su sueño”.

En 1909, sus restos fueron trasladados a la Ciudad de México y desde 1939 reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Autor de más de 90 obras, Juventinuo Rosas fue prácticamente un autor autodidacta pues sus estancias en el Conservatorio Nacional de Música fueron demasiado breves, tanto en 1886 como en 1888.

De sus composiciones, se conocen por nombre alrededor de 50, pero sólo hay 32 partituras. El resto se perdió en archivos o por descuido de los propietarios, de acuerdo con la más amplia investigación realizada al respecto, por parte del doctor en Musicología, Helmut Brenner (Mürzzuschlag, Austria, 1957-2017), autor del libro Juventino Rosas: su vida, su obra y su tiempo.

Consideraba el autor austriaco que Juventino Rosas podría considerarse el primer mexicano que logró con su música el reconocimiento internacional.

Revela que en el extranjero se hicieron numerosas ediciones, no sólo de Sobre las olas, sino de unas 40 piezas, según consta en archivos musicales de Austria, Estados Unidos y Francia. Afirma también que durante los 50 años posteriores a su muerte, fue el mexicano más grabado en el mundo.

No obstante, su vida y las circunstancias que dieron origen a su famoso vals Sobre las olas, aún están llenas de interrogantes.

Juventino Rosas aprendió música de su padre Jesús Rosas, quien tocaba el arpa y había sido músico militar. Luego de aprender a tocar el violín y su hermano mayor la guitarra, formaron con su padre un trío que actuaba en bailes, bautizos y otros acontecimientos que les permitía obtener algunos ingresos.

En 1875 se trasladaron a la Ciudad de México, donde continuaron con su música. Al poco tiempo se unieron a la orquesta de los hermanos Elvira y más tarde ingresaron al grupo de sus coterráneos, los hermanos Aguirre.

En 1883, Juventino se incorporó a la orquesta que acompañaba a la famosa cantante Ángela Peralta, con quien realizó una gira por el interior del país. Sin embargo, el infortunio rondaba a la compañía, la cual fue atacada por una epidemia de cólera en Mazatlán que provocó la muerte de la intérprete.

El genio musical de Juventino Rosas para la composición pronto se hizo presente, dando lugar a varias creaciones. El vals se había impuesto en México durante el Imperio de Maximiliano y tuvo su auge en el Porfiriato. Muchos músicos mexicanos componían espléndidos valses –entre ellos, Ricardo Castro, Felipe Villanueva, Abundio Martínez-, pero el más exitoso de ellos fue, sin duda, Juventino Rosas.

Para Helmut Brenner, era asombroso que el primer mexicano que tuvo éxito en el extranjero no fuera uno de los compositores con amplia formación académica, sino un autor casi autodidacta, “es como una ironía de la historia”.

Su talento musical sorprendió al mismo gabinete de Porfirio Díaz cuando participó en el festival organizado por el Teatro Nacional, el 5 de mayo de 1887, para conmemorar la batalla de Puebla.

Respecto del origen del famoso vals Sobre las olas, existen varias versiones sobre dónde y cómo surgió. Unas señalan que lo escribió en la población de Tláhuac, en la Ciudad de México, donde vivió un tiempo al huir de la leva militar, y su primer nombre fue “Junto al arroyo‟. Otra versión refiere que al desertar de una banda musical, tuvo que esconderse en la casa de su amigo Pepe Reina, que vivía en el pueblo de Contreras.

Una mañana, después de una noche de fiesta, se fue al manantial de La Magdalena y estando en el agua, le vino de pronto una melodía que empezó a tararear. Salió del agua y extrajo de su saco un pequeño libro en el que escribió apresuradamente los primeros apuntes de la pieza. Al regresar a la casa, pidió quedarse solo y empezó a escribir el vals Sobre las olas.

Con ese nombre fue publicado por los editores Wagner y Levien Sucs, quienes pagaron a Juventino Rosas cuarenta y cinco pesos por los derechos de reproducción de dicho vals y del schotis Lazos de Amor. El propio músico firmó un recibo que establecía: “Recibí de los Sres. A. Wagner y Levien la cantidad de cuarenta y cinco pesos, valor de mis dos composiciones Lazos de Amor schotis y Sobre las Olas vals, de cuyas obras les vendo por la presente la propiedad, para que hagan de ellas el uso que mejor les convenga. México, febrero de 1888. Juventino Rosas (rúbrica).

El vals se estrenó en 1891 y pronto adquirió gran fama. En 1893 creó el también reconocidísimo vals Carmen, que obsequió a la esposa de Porfirio Díaz, Carmen Romero Rubio de Díaz, quien agradecida, regaló al músico un hermoso piano de cola de manufactura alemana. Curiosamente, el musicólogo Helmut Brenner es quien se adentra con mayor precisión en los años de infancia y adolescencia de Juventino Rosas, en Guanajuato; en su traslado a la Ciudad de México; en sus años errantes en México y en Estados Unidos; en su última visita a Cuba con una compañía de zarzuela y en su muerte en esta isla caribeña en 1894; también da cuenta de las publicaciones, grabaciones de sonido, películas, estatuas y homenajes dedicados al compositor mexicano, a través del libro Juventino Rosas: su vida, su obra y su tiempo.

La música mexicana es grandiosa, tiene sello propio, identidad, tonalidades inconfundibles, venas genéricas que hablan de hilos brillantes que subyacen en un alma cultural viva y que denotan dulzura, ternura, sonoridades épicas, ritmos iridiscentes, como en los que en su tiempo, tiempo de todos, Juventino Rosas supo convocar y derramar.

Juventino Rosas, gran compositor mexicano de origen otomí, fallecido a los 26 años.

Numerosas orquestas sinfónicas y filarmónicas, incluida la OFEQ, han interpretado la música de Juventino Rosas.