/ martes 5 de diciembre de 2023

#EntreNetas | Simplemente Samuel


Vaya lío que desató el Gobernador de Nuevo León, Samuel García. Quien hace pocos años atrás criticara despiadadamente a Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” por abandonar sus funciones como gobernador constitucional en su búsqueda caprichosa por la Presidencia de la República, no tardó en imitarlo y traicionarse así mismo.

Samuel se ha convertido en todo lo que despreciaba. Pretendió abanderar la causa por una ‘nueva forma’ de hacer política pero reprodujo sus peores prácticas. Al “Gobernator” le ganó el poder, pero más el no poder. Se enfermó de la fiebre del viejo político omnipotente que se supone por encima de la ley. El clásico político, que de nuevo, nada.

Una verdadera nueva forma de hacer política es la que privilegia el diálogo y evita el monólogo; la que respeta la ley, no la burla; la que suma y no divide; la que habla con resultados y no con puras promesas; la que tolera y no ataca; la que es transparente y no teme ser auditada.

La política, nueva o vieja, debe enaltecer la palabra empeñada, procurar el diálogo sincero y someterse a la ley y sus sistemas de contrapesos. Nada de ello reunió la política de don Samuel. Hizo todo lo contrario y todo se le derrumbó: el gobierno, la candidatura presidencial y su prestigio personal.

México necesita de un relevo generacional que proyecte lo mejor de política; con una juventud madura y no fantoche, con jóvenes con juicios propios y sin prejuicios heredados, con nuevos perfiles que trabajen más y tuiteen menos.

El caso de Samuel García sirvió simplemente para identificar la importancia de la participación política de los jóvenes. Debe animarnos a impulsar talentos jóvenes que no se dejen deslumbrar por la superficialidad del ‘fosfo fosfo’ y asuman, con responsabilidad, el reto de encabezar un gran cambio para México.


*Diputado federal



Vaya lío que desató el Gobernador de Nuevo León, Samuel García. Quien hace pocos años atrás criticara despiadadamente a Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” por abandonar sus funciones como gobernador constitucional en su búsqueda caprichosa por la Presidencia de la República, no tardó en imitarlo y traicionarse así mismo.

Samuel se ha convertido en todo lo que despreciaba. Pretendió abanderar la causa por una ‘nueva forma’ de hacer política pero reprodujo sus peores prácticas. Al “Gobernator” le ganó el poder, pero más el no poder. Se enfermó de la fiebre del viejo político omnipotente que se supone por encima de la ley. El clásico político, que de nuevo, nada.

Una verdadera nueva forma de hacer política es la que privilegia el diálogo y evita el monólogo; la que respeta la ley, no la burla; la que suma y no divide; la que habla con resultados y no con puras promesas; la que tolera y no ataca; la que es transparente y no teme ser auditada.

La política, nueva o vieja, debe enaltecer la palabra empeñada, procurar el diálogo sincero y someterse a la ley y sus sistemas de contrapesos. Nada de ello reunió la política de don Samuel. Hizo todo lo contrario y todo se le derrumbó: el gobierno, la candidatura presidencial y su prestigio personal.

México necesita de un relevo generacional que proyecte lo mejor de política; con una juventud madura y no fantoche, con jóvenes con juicios propios y sin prejuicios heredados, con nuevos perfiles que trabajen más y tuiteen menos.

El caso de Samuel García sirvió simplemente para identificar la importancia de la participación política de los jóvenes. Debe animarnos a impulsar talentos jóvenes que no se dejen deslumbrar por la superficialidad del ‘fosfo fosfo’ y asuman, con responsabilidad, el reto de encabezar un gran cambio para México.


*Diputado federal