NI DE AQUÍ… El 29 de abril Carlos Peñafiel Soto rindió protesta ante el pleno del Senado de la República como embajador de México en República Dominicana. Dos meses y medio después, y muchos jaloneos de las tribus “amlovers”, Peñafiel sigue ocupando la dirigencia estatal del partido Morena (¿se vale?) porque es la única forma de no perder el control y las prerrogativas partidistas con miras al 2021. La prioridad es impedir que Celia Maya y compañía lleguen a la dirigencia y luego pensar en cómo heredar a su delfín Norman Pearl el mando. Mientras ninguna de las dos cosas suceda, la Embajada de México en República Dominicana seguirá sin embajador. Es que la 4T tiene prioridades para la política exterior.
PESADO. Otro al que ya analizan cómo desactivar, porque salió más acelerado que todos y ya hasta quiere ser gobernador (¡válgame Dios!) es el senador por accidente Juan José Jiménez. Y la única forma es que Gilberto Herrera deje de ser “súper mini delegado” (¿o cómo es?) para regresar a hibernar al Senado dos años, pero nadie le quiere hacer ese favor al doctor ni dar señales (¿más?) de debilidad con un relevo precoz. Aunque estén de moda y crean que el efecto AMLO es eterno y sobrevivirá incluso la crisis que viene, en Morena la caballada está muy flaca. Les falta, les urge un caudillo local.