/ miércoles 13 de marzo de 2019

Valor-es Educación - Respetemos el derecho ajeno y vivamos en paz

“Los derechos no se consultan” fue la voz de mujeres como respuesta a la nueva propuesta presidencial cuando, el pasado 8 de marzo, el Lic. López Obrador pensó que sería otra buena idea someter a consulta ciudadana “los temas polémicos” relacionados con los derechos de las mujeres. Pero los derechos no se votan, no se consultan y no son un tema de democracia. Los derechos se reconocen y se respetan.

El Día Internacional de la Mujer fue conmemorado por millones de mujeres que marcharon por las calles de ciudades de todo el mundo para exigir igualdad de condiciones en todos los sentidos. En México la lucha continúa a pesar de los esfuerzos: falta de oportunidades laborales, brecha salarial, despidos injustificados, violencia de género, feminicidios, indiferencia y poca sensibilidad del Estado Mexicano, falta de recursos a programas sociales como refugios y guarderías, inseguridad, falta de leyes que protejan a las mujeres indígenas y falta de políticas de responsabilidad familiar que distribuya las tareas domésticas y el reconocimiento al trabajo doméstico no remunerado. Un tema predominó en el discurso, el derecho al aborto legal y seguro.

La violencia contra la mujer se ha normalizado a lo largo y ancho del planeta, por ello es difícil de erradicar. Sin embargo, aún conociendo el problema, en nuestro país se ha llevado a niveles extremos. La violencia nace con los estereotipos arraigados en la educación de niños y niñas y fomenta la discriminación, la falta de oportunidades, la cosificación y el abuso. El resultado es lo que hoy tenemos enfrente: en México las niñas y las mujeres somos vulneradas, acosadas y asesinadas por razones de género.

Aún cuando muchos hombres apoyan los movimientos feministas, hay a quienes les parecen excesivos a pesar de que compartan sus convicciones. Ello tiene que ver con una razón muy simple: sus derechos no han sido trastocados y, por lo tanto, no hablan desde el mismo punto de referencia. Y es que todo se resume así: las mujeres exigimos nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia. Derecho humano fundamental.

Así pues, la situación es grave y lo que menos necesitamos es a un grupo de hombres irrumpiendo una fiesta feminista para golpear a las mujeres. Tampoco necesitamos fomentar el discurso de intolerancia entre nosotros, esto solo ensancha la brecha. Lo que hace falta es más empatía mutua y más solidaridad masculina para comprender, defender y respetar el derecho irrestricto de las mujeres a la no violencia y a libertad para decidir sobre nuestras vidas; incluido el derecho al aborto legal, informado y asistido.

Urge garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, laborales, reproductivos y sexuales de las mujeres. No podemos seguir caminando con miedo en las calles y lugares públicos, no podemos continuar siendo objeto de la violencia desatada en nuestra contra ante la incapacidad de acción por parte del Estado. Urge construir una sociedad equitativa en la que todas y todos podamos desarrollar nuestros potenciales al máximo. Eduquemos a nuestros niños y a nuestras niñas con perspectiva de género y que sean nuestras capacidades las que nos distingan en igualdad de derechos y oportunidades.

“Los derechos no se consultan” fue la voz de mujeres como respuesta a la nueva propuesta presidencial cuando, el pasado 8 de marzo, el Lic. López Obrador pensó que sería otra buena idea someter a consulta ciudadana “los temas polémicos” relacionados con los derechos de las mujeres. Pero los derechos no se votan, no se consultan y no son un tema de democracia. Los derechos se reconocen y se respetan.

El Día Internacional de la Mujer fue conmemorado por millones de mujeres que marcharon por las calles de ciudades de todo el mundo para exigir igualdad de condiciones en todos los sentidos. En México la lucha continúa a pesar de los esfuerzos: falta de oportunidades laborales, brecha salarial, despidos injustificados, violencia de género, feminicidios, indiferencia y poca sensibilidad del Estado Mexicano, falta de recursos a programas sociales como refugios y guarderías, inseguridad, falta de leyes que protejan a las mujeres indígenas y falta de políticas de responsabilidad familiar que distribuya las tareas domésticas y el reconocimiento al trabajo doméstico no remunerado. Un tema predominó en el discurso, el derecho al aborto legal y seguro.

La violencia contra la mujer se ha normalizado a lo largo y ancho del planeta, por ello es difícil de erradicar. Sin embargo, aún conociendo el problema, en nuestro país se ha llevado a niveles extremos. La violencia nace con los estereotipos arraigados en la educación de niños y niñas y fomenta la discriminación, la falta de oportunidades, la cosificación y el abuso. El resultado es lo que hoy tenemos enfrente: en México las niñas y las mujeres somos vulneradas, acosadas y asesinadas por razones de género.

Aún cuando muchos hombres apoyan los movimientos feministas, hay a quienes les parecen excesivos a pesar de que compartan sus convicciones. Ello tiene que ver con una razón muy simple: sus derechos no han sido trastocados y, por lo tanto, no hablan desde el mismo punto de referencia. Y es que todo se resume así: las mujeres exigimos nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia. Derecho humano fundamental.

Así pues, la situación es grave y lo que menos necesitamos es a un grupo de hombres irrumpiendo una fiesta feminista para golpear a las mujeres. Tampoco necesitamos fomentar el discurso de intolerancia entre nosotros, esto solo ensancha la brecha. Lo que hace falta es más empatía mutua y más solidaridad masculina para comprender, defender y respetar el derecho irrestricto de las mujeres a la no violencia y a libertad para decidir sobre nuestras vidas; incluido el derecho al aborto legal, informado y asistido.

Urge garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, laborales, reproductivos y sexuales de las mujeres. No podemos seguir caminando con miedo en las calles y lugares públicos, no podemos continuar siendo objeto de la violencia desatada en nuestra contra ante la incapacidad de acción por parte del Estado. Urge construir una sociedad equitativa en la que todas y todos podamos desarrollar nuestros potenciales al máximo. Eduquemos a nuestros niños y a nuestras niñas con perspectiva de género y que sean nuestras capacidades las que nos distingan en igualdad de derechos y oportunidades.

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