/ miércoles 20 de diciembre de 2023

Zoon politikón | Decisiones sin Sentido Común: El Camino Contrario en un Mundo que Cambia

En un escenario mundial donde la urgencia por enfrentar el cambio climático se manifiesta de manera contundente, la reciente COP28 emerge como un hito trascendental. Los líderes mundiales, conscientes de la necesidad de actuar, han acordado medidas para acelerar la transición hacia un futuro sostenible, dejando atrás la era de los combustibles fósiles. Sin embargo, México, como país, actúa de manera desconcertante y contra todo pronóstico, nos encontramos con decisiones que desafían el sentido común y se alejan del rumbo que el mundo está tomando.

La COP28, celebrada del 30 de noviembre al 12 de diciembre, concluyó con un acuerdo que, marca el "principio del fin" de la dependencia de los combustibles fósiles. Este acuerdo, respaldado por la comunidad internacional, establece las bases para una transición rápida, justa y equitativa, con compromisos específicos de recortes de emisiones y aumento de financiación. Se destaca especialmente el compromiso de lograr que para el año 2050 la producción de energía eléctrica utilice un 0% de combustibles fósiles, una meta ambiciosa pero necesaria para enfrentar la crisis climática.

En este contexto global de cambio, resulta desconcertante observar las decisiones tomadas a nivel nacional. Mientras el mundo se embarca en un camino hacia la descarbonización y la transición a fuentes de energía más limpias, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha dedicado una parte significativa de su gobierno a la construcción de una nueva refinería.

La inauguración de la obra civil de la refinería, que aún no refina, marcó un hito en la dirección opuesta a la tendencia global. En un momento en el que la necesidad de reducir las emisiones de carbono y dejar atrás la dependencia de los hidrocarburos es evidente, la apuesta de México por una nueva refinería parece un despropósito. Más aún cuando se considera que, según los cálculos, la refinería no empezará a producir hidrocarburos hasta finales de 2024 y no alcanzará su máxima capacidad proyectada de 340 mil barriles de petróleo procesados al día hasta 2026.

La inversión para esta refinería, que hoy ronda los 16 mil millones de dólares y se estima podría llegar a ser de 24 mil millones de dólares para concluir el proyecto, es tres veces mayor al presupuesto original de AMLO de 8 mil millones de dólares. Estos números plantean interrogantes inevitables sobre la viabilidad económica y la prioridad de destinar recursos a una infraestructura que va en contra de las metas globales de descarbonización.

Es comprensible que la seguridad energética sea un tema crucial para cualquier nación, pero la apuesta de AMLO por una nueva refinería parece obsoleta en un mundo que avanza hacia fuentes de energía más sostenibles y renovables. Mientras la COP28 insta a triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar mejoras en eficiencia energética para 2030, la decisión de México de apostar por una refinería que prolongará la dependencia de los combustibles fósiles resulta anacrónica y contraproducente.

El sentido común dicta que las decisiones políticas deben alinearse con las tendencias y necesidades globales, especialmente en temas críticos como el cambio climático. La inversión masiva en una refinería que opera en el camino contrario al marcado por la comunidad internacional plantea la preocupante pregunta de si estamos siendo testigos de una falta de visión estratégica o, peor aún, de una indiferencia hacia las consecuencias ambientales.

En un momento en el que la comunidad internacional se esfuerza por construir un futuro más sostenible, México parece estar conduciendo en el camino contrario, desafiando las expectativas y poniendo en riesgo la oportunidad de ser un líder en la transición hacia la energía limpia. La apuesta por una refinería refleja una desconexión notable con la realidad global y plantea dudas sobre la priorización de la agenda ambiental en la toma de decisiones gubernamentales.

*DIPUTADO LOCAL PRI


En un escenario mundial donde la urgencia por enfrentar el cambio climático se manifiesta de manera contundente, la reciente COP28 emerge como un hito trascendental. Los líderes mundiales, conscientes de la necesidad de actuar, han acordado medidas para acelerar la transición hacia un futuro sostenible, dejando atrás la era de los combustibles fósiles. Sin embargo, México, como país, actúa de manera desconcertante y contra todo pronóstico, nos encontramos con decisiones que desafían el sentido común y se alejan del rumbo que el mundo está tomando.

La COP28, celebrada del 30 de noviembre al 12 de diciembre, concluyó con un acuerdo que, marca el "principio del fin" de la dependencia de los combustibles fósiles. Este acuerdo, respaldado por la comunidad internacional, establece las bases para una transición rápida, justa y equitativa, con compromisos específicos de recortes de emisiones y aumento de financiación. Se destaca especialmente el compromiso de lograr que para el año 2050 la producción de energía eléctrica utilice un 0% de combustibles fósiles, una meta ambiciosa pero necesaria para enfrentar la crisis climática.

En este contexto global de cambio, resulta desconcertante observar las decisiones tomadas a nivel nacional. Mientras el mundo se embarca en un camino hacia la descarbonización y la transición a fuentes de energía más limpias, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha dedicado una parte significativa de su gobierno a la construcción de una nueva refinería.

La inauguración de la obra civil de la refinería, que aún no refina, marcó un hito en la dirección opuesta a la tendencia global. En un momento en el que la necesidad de reducir las emisiones de carbono y dejar atrás la dependencia de los hidrocarburos es evidente, la apuesta de México por una nueva refinería parece un despropósito. Más aún cuando se considera que, según los cálculos, la refinería no empezará a producir hidrocarburos hasta finales de 2024 y no alcanzará su máxima capacidad proyectada de 340 mil barriles de petróleo procesados al día hasta 2026.

La inversión para esta refinería, que hoy ronda los 16 mil millones de dólares y se estima podría llegar a ser de 24 mil millones de dólares para concluir el proyecto, es tres veces mayor al presupuesto original de AMLO de 8 mil millones de dólares. Estos números plantean interrogantes inevitables sobre la viabilidad económica y la prioridad de destinar recursos a una infraestructura que va en contra de las metas globales de descarbonización.

Es comprensible que la seguridad energética sea un tema crucial para cualquier nación, pero la apuesta de AMLO por una nueva refinería parece obsoleta en un mundo que avanza hacia fuentes de energía más sostenibles y renovables. Mientras la COP28 insta a triplicar la capacidad de energías renovables y duplicar mejoras en eficiencia energética para 2030, la decisión de México de apostar por una refinería que prolongará la dependencia de los combustibles fósiles resulta anacrónica y contraproducente.

El sentido común dicta que las decisiones políticas deben alinearse con las tendencias y necesidades globales, especialmente en temas críticos como el cambio climático. La inversión masiva en una refinería que opera en el camino contrario al marcado por la comunidad internacional plantea la preocupante pregunta de si estamos siendo testigos de una falta de visión estratégica o, peor aún, de una indiferencia hacia las consecuencias ambientales.

En un momento en el que la comunidad internacional se esfuerza por construir un futuro más sostenible, México parece estar conduciendo en el camino contrario, desafiando las expectativas y poniendo en riesgo la oportunidad de ser un líder en la transición hacia la energía limpia. La apuesta por una refinería refleja una desconexión notable con la realidad global y plantea dudas sobre la priorización de la agenda ambiental en la toma de decisiones gubernamentales.

*DIPUTADO LOCAL PRI